Ya les hemos comentado alguna vez la sensación de tremenda impotencia que hemos percibido en los abogados que acompañan a don Pepito a estos pleitos tan pintorescos en los que se mete su cliente. El letrado que asistió este lunes al insigne editorialista, Juan Miguel Munguía, no sabía donde esconderse, y para ahorrarse el bochorno que iba a tener que padecer en la sala de vistas, llegó incluso a intentar impedir el paso de la prensa. La juez, que resultó ser de las que cantan las cuarenta en cuanto se terminan de repartir las cartas, puso a su sitio al letrado y a cuantos dudaron de que una sesión así fuera a ser a puerta cerrada: “Esta vista es pública”, dijo, “y en todo caso sería yo quien decidiera sobre el particular”. No fue el único repaso que recibió la defensa de don José, que tuvo que comerse con papas la dura acusación que recibió de la parte demandante, representada en esta ocasión por Miguel Méndez, del bufete de Garrigues Walker. La paliza llegó a ser humillante y alcanzó su cénit cuando la juez rechazó la pretensión de don Pepito de declarar (no había sido propuesto por las partes) y puso contra las cuerdas al demandado blandiendo su propia consideración sobre los jueces no independentistas canarios. El letrado acabó excusándose en privado ante Ángela Mena.