Jaume Matas y su esposa, Maite Areal, son unas hormiguitas que deben haber reventado a billetes los colchones de sus residencias en Palma, Sa Colonia, Madrid y Nueva York. Dicen los fiscales del caso Palma Arena que está acreditado que durante cinco años el matrimonio sólo sacó del banco 450 euros, incluyendo en esa cantidad los importes que pagaron con tarjeta de crédito. El resto lo abonaban con billetes de 500 y 200 euros, lo que les convirtió en personajes muy conocidos en todos los comercios de la capital mallorquina. Con un esfuerzo digno de encomio, los Matas trataron de justificar ese fenómeno de economía familiar admitiendo que manejaron 400.000 euros en metálico producto de algunas operaciones, algunas de las cuales han reconocido que fueron en dinero opaco. Un conocidísimo político canario ha defendido con pasión ante la Sala de lo Civil y Penal del TSJC su inalienable derecho a pagar sus vacaciones en Anfi del Mar en metálico, una costumbre que extendía a otros hábitos cotidianos de su familia. Nunca fue obligado a justificar la procedencia de esas cantidades, que no constaban haber salido ni de sus cuentas corrientes ni de las de su esposa.