Cristina Tavío conoce muy de cerca cómo fue la privatización de la empresa Emmasa, bajo el mandato de Miguel Zerolo como alcalde de Santa Cruz durante uno de esos habituales pactos de CC con el Partido Popular que en el mandato 2003-2007 la mantenía a ella como concejala. En esa condición política fue miembro de la mesa de contratación que adjudicó de manera no poco controvertida la gestión del agua a Sacyr, hoy derivada a través de su filial Valoriza. Tiene Tavío información de la buena, de quién es quién, de cómo es cómo, de cuándo cogieron aquello y se echaron a correr, de las instrucciones que recibe de Génova a través de Tomás Burgos, y de lo delicado que es moverse en el gigantesco negocio del agua sin pisar un callo. O callos a pares, como los que seguramente pisaría si le preguntaran por una familia muy vinculada a ese negocio, la de Manuel Fernández, secretario general del PP, que ha desempeñado un papel trascendental en el grupo de empresas Lyng, del desaparecido empresario noruego Björn Lyng, sí el de Anfi del Mar y Anfi Tauro (Campanu mediante). Una de sus divisiones, que opera con éxito en las principales islas de Canarias es Lyng Aguas, a cuyo frente Manuel Fernández padre ha colocado a Manuel Fernández hijo. Sucesión en la política y sucesión en los intereses empresariales, que es como hay que hacer las cosas.