Así las cosas, el subinspector jefe accidental, Antonio Mederos, mandó informe detallado de las actuaciones de la aciaga noche pictórica, sin aportar nada nuevo a lo ya conocido: Mederos no se achanta y contesta que no encuentra motivo alguno por el que abrir un expediente y que si alguien tiene algún motivo, es todo oídos. La respuesta no ha debido gustar a Benito Guillermo, que el lunes atacó por otro flanco. Ahora le interesaba saber si el vehículo policial estaba rotulado, si tenía los cristales ahumados y si él mismo reconoció en algún momento ante la Policía Local “que su hijo fue el autor de los hechos”. Y Mederos vuelve a la carga: resulta que el vehículo no está rotulado, porque está “cedido por la Jefatura Provincial de Tráfico de Las Palmas a las Policías Locales de Canarias para realizar pruebas de alcoholemia”. Evidentemente, tiene los cristales de la parte de atrás “laminados” para preservar la intimidad de los que soplan. Y en cuanto a lo de si él -Guillermo Benito- había dicho a los agentes que su hijo fue quien pintó los carteles, los interesados se abstienen de contestar porque ya se les preguntó por ello -y lo confirmaron- en el Juicio Oral y, tachán tachán, porque este miércoles se celebra un segundo juicio por estos hechos en el Juzgado de lo Penal número 5 de Las Palmas; y el principio de prudencia ante el proceso judicial aconseja este silencio.