Tiene motivos de sobra el presidente Rivero para estar verdaderamente acojonado con la que se le viene encima. No es sólo que se hayan reducido los ingresos por tributos en un 30%, es que, además, tiene a su lado un vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda que hizo unas desastrosas previsiones. Encima, no le acompaña lo que puede considerarse un extraordinario currículum como gestor económico. Así las cosas, es desde las corporaciones locales de donde están partiendo las ideas para el Gobierno: oiga, don Paulino, ¿y si recorta de la tele o la radio públicas? ¿Y si se deja de zarandajas con lo de la Guanchancha? Aunque también podría decirle a Soria que reponga el impuesto de sucesiones, cuya desaparición se lleva por delante 50 millones al año. Y en caso de apuros para pagar la nómina, señor presidente, recuerde que puede tirar de los 20 millones que el Gobierno tiene depositados en Cajacanarias (Tenerife) resultante de los dineros transferidos al Parlamento y que éste no se gasta. Por mucho que lo intente. Y anote por ahí: cambiar rápido de consejero, que éste es un cenizo.