Por si el PP y sus corifeos no lo recuerdan, en el accidente del Yak-42 murieron 62 personas y su identificación fue tan chapucera que se tardaron ni siete ni quince, sino 613 días en concluir la tarea, porque hubo que desenterrar cadáveres para proceder a hacer las cosas como no se hicieron por el camino. Pero cuando concluyó la identificación ya habían sido incinerados once cadáveres que no correspondían con las identidades que las autoridades españolas les atribuyeron, es decir, fueron entregados a quienes no eran, y la gente lloró al muerto del otro. Terrible. Para colmo, el avión utilizado fue el producto de una increíble sucesión de contrataciones y subcontrataciones a mayor gloria de una serie de chorizos que se fueron quedando con una comisión en detrimento de la seguridad. ¿Seguridad? ¿No es ese el palabro que empleó este martes Rajoy para decir que eso es lo que piden ahora los españoles? Está bonito el de los hilillos de plastilina, el de “fue ETA”, el del “España se rompe”... para pedir a alguien en medio de una tragedia que ofrezca toda la información.