Los sucesivos reveses orgánicos no parecían debilitar externamente a Tere Morales, que seguía apareciendo con naturalidad en los medios de comunicación, a excepción de aquéllos en los que Alcaraz le ponía trampas, en muchos casos por encargo directo de Juan Carlos Alemán, un portento en las relaciones mediáticas. La paciencia de la diputada se iba agotando, y saltó por los aires cuando se enteró del montante de la factura de la abogada Josefina Navarrete, letrada contratada por el PSC para llevar el polémico caso Jinámar, y el no menos llamativo escándalo de Tindaya. Asuntos, por cierto, protagonizados por Pepe Alcaraz de una manera poco rentable -en lo político y en lo económico- por los socialistas. La deuda con Navarrete es de tal calibre y las finanzas del PSC tan precarias, que el partido ha quedado hipotecado unos cuantos años. Y mientras tanto, la comunicación, el área de Tere Morales, sin un duro para poder contratar un jefe de prensa.