La cabezonería es del PP. La contradicción en esto del mural de 1.200 euros dedicado a la virgen del Pino es del señor obispo. En multitud de ocasiones hemos escuchado a Francisco Cases pronunciarse en favor de los más débiles y más perjudicados por la crisis, en defensa de Cáritas y en contra de los políticos que han dilapidado los recursos públicos y su propia credibilidad. Pero como a todos los que ocupan lugares predominantes en el escalafón eclesiástico, a Cases también le puede el ringo rango, el protocolo y las relaciones institucionales, y si un ayuntamiento gobernado por el PP decide gastarse dinero de sus vecinos en un mural que conmemore el nombre de un parque y la beatificación de un Papa ya fallecido, sus eminencia reverendísima se olvida de repente de los pobres, de Cáritas y de los principios fundamentales de la Iglesia de base para prestarse a la pantomima. Prestando su apoyo a ese acto del PP de fervor mariano y papal, el obispo contradice al párroco de la basílica de Teror, que dio una lección de independencia, de dignidad y de solidaridad que no es nada frecuente. “La virgen no perdonaría que se le hiciera un manto nuevo mientras sus hijos pasan hambre”, dijo a Bravo desde las escalinatas de la basílica de Teror ese cura sensible. El mural es otro manto más.