Se le puede llamar chantaje a lo hecho por La Caja, y mucho más si el que hace el análisis es a) forofo amarillo, o b) miembro del consejo de administración de la UD con la intención de que sea la entidad de crédito un elemento decisivo en la salvación de la sociedad anónima deportiva. Lo que parece cada vez más evidente es que La Caja ha actuado en aplicación de las más estrictas prácticas bancarias, es decir, tratando de arrepañar todas las perras posibles de una serie de operaciones cuya fragilidad es dudosa siempre que el solicitante sea club de fútbol. Lo que evidencia, sensu contrario, que nadie ha dado una indicación clara a La Caja desde las instancias políticas pertinentes para que se eche una mano a la UD Las Palmas. Es más, desde que se remodeló el consejo de administración de la entidad, los tres consejeros del PP ponen en tela de juicio todas las operaciones que, en la anterior legislatura, gozaban de las bendiciones necesarias. Lo que significa, ni más ni menos, que basar el plan de viabilidad amarillo en la generosidad de La Caja es, al menos, equivocar el tiro. Miremos, pues, a la Caja General de Ahorros de Canarias, que respalda al Club Deportivo Tenerife de manera clara y firme, hagamos las correspondientes comparaciones odiosas, comprobemos quién gobierna en Canarias y pensemos si el mejor plan de viabilidad no será reclamar un aval institucional para el club blanquiazul. Su traslación a la UD sería automática. Dicen que por ahí van los tiros.