Además de lo bien que van las cosas en educación y en sanidad, además del más de lo mismo, chim-pum, chim-pum, debemos destacar del discurso del presidente algunas cuestiones que nos parecieron especialmente ofensivas para la inteligencia de nuestra gente, con perdón. Hablar de la necesidad de cambiar cemento por talento no es de recibo en un Gobierno con este conglomerado asfáltico luciendo en su faz, porque no se le conoce ni intención ni capacidades para llenar de contenidos tan grandiosa afirmación. Afirmar que va a crear la policía autonómica porque es un clamor ciudadano “que hace falta más policía en la calle”, es de una temeridad indigna de un gobernante de una comunidad que vive del turismo y de la seguridad del destino. Pero, para más ofender, elogiar la política audiovisual del gobierno en base a la tramposa adjudicación de canales de televisiones digitales terrestres es casi una ordinariez. Y encima se ufana de que va a sacar a concurso las 156 concesiones de radio, lo que debe llevarnos a todos a temernos nuevamente lo peor.