El archivo del caso Tindaya tiene muchas lecturas, además de la puramente judicial. De entrada, deja en mal lugar a Román Rodríguez, Julio Bonis y Juan Carlos Becerra, el presidente y los dos consejeros del Gobierno que animaron e interpusieron la querella con el afán de demostrar al mundo que las cosas del anterior Ejecutivo, el de Manuel Hermoso, les eran ajenas y que si Olarte o algún otro nacionalista estaban implicados, cada cual cargara con su propia cruz. Olarte bautizó a estos tres compañeritos nacionalistas como “el trío de la benzina” porque siempre consideró que trataban de hacer mucho humo con Tindaya para tapar el caso Icfem, que también va camino de un archivo y una oración por su eterno descanso. Con el fin del escándalo de la montaña sagrada majorera, acaban también las pretendidas responsabilidades penales, porque sobre las políticas tampoco hubo manera de empurar a nadie.