Fíjense si tenía que ser malo el texto inicial de la ley de Farmacia que, además de las sesenta enmiendas de Teresita Morales, los grupos de PP y CC, los proponentes, presentaron otras 64, otro dato para el libro de los récords. Llamó mucho la atención a sus señorías y al público en general que en el día grande de la aprobación de esta ley, con la que se pretende ordenar un poco al menos el sector farmacéutico, no estuviera en el Parlamento el director general de la cosa, Alberto Talavera, que precisamente viene a ser uno de los redactores del texto. El otro padre de la criatura, que tampoco estuvo, es Rafael Díaz, ex consejero de Sanidad, que precisamente Adán Martín ha colocado en el Consejo Consultivo. No habrá sido por lo brillante que le salió esta ley, desde luego.