Ya que andamos en la comarca de Meloneras, hemos de referirnos necesariamente a lo que está ocurriendo en torno al Palacio de Congresos, que vive inmerso desde su creación en un culebrón de considerables dimensiones. La cosa es muy compleja, pero se reduce -cómo no- a un problema de dinero. Lopesan Touristik quiere ser copropietario y explotador del recinto y no aflojar más pasta de la necesaria, y el Gobierno, a través de Turismo, quiere que sea de titularidad pública y explotación privada. Y de ahí no hay quien mueva a ninguno de los dos. Lopesan mantiene un contencioso porque quiere que se le reconozcan desembolsos económicos y en especies, y el Gobierno prefiere que, de querer el empresario, se ocupe de la explotación.