El caso Teresa Cruz, desvelado por este periódico el viernes, ha estado a punto de quedarse en una nueva excentricidad más de esas de las que a menudo nos acusan. Ya saben que entre la clase periodística existe la nociva manía de criticar a todo el mundo menos a nuestra propia profesión, lo que constituye un ejercicio de cinismo insuperable. Quizás por eso a Nardy Barrios le costó un potosí que algún medio de comunicación se hiciera eco desde el sábado del escándalo que se cierne sobre el teatro Pérez Galdós a tan pocos días de su reinauguración. Entre los que temen a sus señoritos y los que temen a sus amigas, pasando por los que temen a la verdad, la concejal Barrios descubrió esta semana cómo la gasta la clase periodística. Al final ya sabemos que ha presentado dos iniciativas municipales para que la alcaldesa explique el trato de favor que se ha pretendido dispensar a la esposa de ese dechado de virtudes periodísticas liberales que es Luis Larry Álvarez.