Nos podemos imaginar la cara que se le debe haber puesto a la doctora Palop al conocer la decisión del Servicio Canario de Salud de cargar las responsabilidades únicamente sobre sus espaldas alegando que sus prejuicios contra Baxter la llevaron a puntuar con excesiva pasión la oferta de Lifeblood, que concurría con tecnología Gambro. Le parecerá mentira lo que hacen a esta doctora a la que le pidieron este pasado verano que retrasara su jubilación para que, antes de marcharse del Hospital Doctor Negrín, emitiera su informe técnico. Vamos, que hiciera lo mismo que ha venido haciendo durante muchos años sin que nadie le afeara lo más mínimo su desempeño. Y sin que nadie actuara, por cierto, cuando comunicó a sus superiores que había sido objeto de un intento de soborno en un concurso similar (aunque de menor cuantía) en 2009. ¿O actuó alguien ante una situación tan grave en una Administración pública?