Nos imaginábamos que el complejo asunto de las cuadrículas mineras iba a saltar por algún lado y -ya han visto- lo hizo este miércoles por el lado empresarial. La Confederación de Empresarios le ha metido mano al queque porque, aunque parezca cuestión baladí, tiene mucho calado y amenaza con traer cola. No es por echarnos el pisto, pero llevamos todo agosto contando cosas impresionantes sobre la cuestión sin que en las instancias oficiales correspondiente se produjera la menor reacción. Ahora tendrá que actuar la Consejería de Industria, en manos de Luis Soria, por mucho que hasta la fecha se haya limitado a mirar para otra parte. El pasado 26 de agosto le remitimos un respetuoso fax formulando al consejero (o persona en la que delegue) cinco sencillas preguntas con las que poder explicar a nuestros lectores cómo van a solucionar el embolado. Pero ni caso, como quien oye llover. No nos hemos preocupado mucho, sobre todo porque nos terminaremos enterando tarde o temprano, tanto si actúan valientemente como si consolidan un escándalo. Pero hubiera estado fino y educado que nos contestaran. Más que nada para no tener que seguir pensando mal. Y acertar.