Se escenifica este miércoles en la Confederación de Empresarios un sainete sólo posible en una república subdesarrollada, donde los representantes sociales, bufones de la corte, habitualmente se encuentran sometidos a los poderes políticos de modo subyugante, jadeantes y moviendo el rabo a la espera de que el amo haga un gesto, tire un palo para correr en su busca, o asentir cuando el súbdito toma iniciativas propias a mayor gloria de Su Excelencia. Los Puertos de Las Palmas no son los que están provocando esa situación de crisis, de ruptura, de entreguismo en la CCE. Es el Gobierno de Canarias el que está motivando una situación insólita sólo explicable por las ansias del PP de transmitir que manda, la debilidad de un presidente patronal asaeteado por varios flancos, y la ambición de un empresariado portuario ávido de recuperar poderes feudales y de inspiración cuasi mafiosa en los recintos portuarios.