Está resultando altamente revelador lo que le viene pasando de un tiempo a esta parte al secretario general del PSC en Lanzarote, Carlos Espino, autor de las denuncias más efectivas contra la corrupción en esa isla y defensor de una urgente y necesaria regeneración política en ese mismo ámbito insular. El objetivo de un sector del poder conejero, con su prensa correspondiente, es desacreditarle como responsable político y como gestor público, al tiempo que desprestigiarlo en sus comportamientos éticos para que sus denuncias pasadas y sus acciones futuras carezcan de legitimidad. Lo atacan los cuatro partidos que retomaron el poder en las instituciones conejeras valiéndose de la corrupción denunciada por Espino e investigada tan profusamente por el juez Pamparacuatro. Lo atacan los medios de comunicación que quieren que prospere el pelotazo en el Islote del Francés, y lo tratan de criminalizar los promotores de los hoteles ilegales que quedaron al descubierto cuando el socialista fue consejero del Cabildo. Los partidos en el poder (PP, PIL, PNL y CC) agitan estos días la tramitación de una querella que interpusieron por su gestión al frente de los Centros de Arte, Cultura y Turismo de la Corporación. Y dicen que lo han citado a declarar, que lo van a emplumar, que está cogido... Lo cierto es que, hasta la fecha, ni se la ha notificado la querella al querellado ni se le ha llamado a deponer. Pero depongamos nosotros, mira tú.