La noticia de los presuntos abusos sexuales en la Casa Cuna de Ofra tendrá un largo recorrido, no sólo por la gravedad de los hechos, ni por el número de víctimas que pudiera aflorar una vez se han dado a conocer las diligencias penales abiertas en Instrucción 2 de La Laguna. Todo se complica, sin embargo, por la responsabilidad civil subsidiaria que habrá de corresponder, en su caso, al Cabildo de Tenerife como tutor de los menores allí acogidos, responsabilidad que también ha de ser política por negligencia de las autoridades en la vigilancia y el control de un centro donde son acogidos menores en desamparo. Eso explica el nerviosismo que se apreció este miércoles en el Cabildo de Tenerife al publicarse la noticia en CANARIAS AHORA. Nos llegaron a pedir que no mencionáramos a la institución, algo verdaderamente impensable, además de imposible. Cosa distinta es que consigan ese silencio en otros medios, pero hasta ahí no llegamos de momento. Ese estado de ánimo entre el nerviosismo y el pánico que se contagió a la Casa Cuna, desde donde algún psicólogo contrariado llegó a telefonear a la abogada de las víctimas para afearle que haya sacado el caso a la luz ante “el daño” que pueda infligirse a los menores allí acogidos. No está mal pensar ahora en el daño a los menores, cuando presuntamente unos cuantos de ellos han sufrido lo que parecen haber sufrido.