Salvo por la marcha de Soria, la llegada de Román y el resurgir de Carmen Guerra, casi diríamos que nos aprestamos a presenciar plenos con casi todos los elementos y elementas que nos alegraron la vida en el último mandato del Cabildo de Gran Canaria. La nota de color que iba a proporcionar Manolo Lobo como único consejero de Coalición Canaria, rama ática de Gran Canaria, podría quedar en una fustración si se confirman las informaciones que lo sitúan en el Gobierno a cargo de la cartera de Educación y Universidades. De ser así se verían colmadas parte de sus aspiraciones iniciales, aquellas que alimentó cuando alguien le tocó para la política (“o voy al Gobierno o nada”, vino a decir de modo airado y racial). Con Lobo huido, regresaría al Cabildo Sari Chesa, una apuesta segura, una musa de Carmelo Ramírez. Pero antes habría de renunciar al acta de consejero insular el alcalde de Guía, Fernando Bañolas, al que no le importará dejar pasar ese cáliz opositor.