José Manuel Soria se cayó ayer del caballo en pleno pleno del Congreso de los Diputados al anunciar urbi et orbi, con esa solemnidad que él pone a las cosas, que las energías renovables ?particularmente en el caso de Canarias- producen electricidad a un precio tres veces menor que el de las centrales de generación convencionales. Un portento este muchacho de Telde, qué mal aprovechadito, me cachis. No opinaba lo mismo en enero de 2012, hace año y medio, cuando, llevado por no se sabe muy bien qué tipo de resortes que ni nos queremos imaginar, publicó el famoso decreto 1/2012 que daba al traste con un montón de inversiones en nuevas instalaciones eólicas en Canarias, lo que originó centenares de despidos y la pérdida de importantes inversiones privadas (117 millones sólo en Canarias), ésas por las que el partido del señor ministro se parte la cara cada vez que las ve peligrar. Este miércoles, en la carrera de San Jerónimo, el ministro de Industria, Energía y Turismo habló como si hubieran sido otros los que acogotaron al sector hace ahora año y medio. Como si anunciara una buena nueva contra una herencia recibida: “No sólo no va a haber moratoria para las renovables”, enfatizó del modo acostumbrado, “sino que se va a impulsar su instalación”. ¡Tócate los cachivaches! ¿Algún reconocimiento del error cometido y sostenido pese a las reclamaciones durante estos 18 meses? ¿Alguna explicación que permita a los ciudadanos conocer qué lobby, intereses o potencial mamandurria estaba detrás de esa decisión? Nada, oye, que nos gustan las renovables, que son muy limpias y muy económicas, que lejos de contribuir al déficit tarifario, lo reducen que, de repente, somos unos power flowers ; que Canarias reúne unas condiciones extraordinarias para su penetración y su eficiencia, como si no lo supiera hasta el cerebro de su hermano, al que puso al frente de la Consejería de Industria en 2003 para que terminara de echar por tierra aquel concurso eólico plagado de corruptelas. Y pendiente todavía de juicio, dicho sea sin animus mortificandi.