Cuando los columnistas sicarios se remangan, no hay mentira que se les resista. De repente atribuyeron este domingo a José Francisco Henríquez una falsa pertenencia a una obediencia masónica; al grupo de gobierno de Juan Rodríguez Doreste (1983-1987), comportamientos corruptos sin igual; a CANARIAS AHORA, el enmascaramiento de oscuros negocios tras nuestro empeño por la limpieza política; a tres dirigentes socialistas, la autoría de una traición de escala planetaria; a Juan Fernando López Aguilar, la “desautorización” de la operación, y al PSOE en su conjunto una conspiración judeo-masónica que dejaría en pañales cualquier otra de las denunciadas por el franquismo en sus momentos de mayor fulgor. Han resucitado parcialmente la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, y decimos parcialmente porque, de haberla traído en su integridad, se habrían tenido que llevar por delante a algunos arrepentidos que sí están en la operación que tratan de salvar a toda costa. Caiga quien caiga.