Porque, evidentemente, para que pudiera prosperar el montaje que Soria se inventa en su querella, haría falta el concurso del juez que instruyó la causa, Francisco Javier García García-Sotoca. En la denuncia de Soria contra todo bicho viviente sospechoso de antipepero, se dice que los querellados han cometido delitos como la prevaricación (dictar resolución injusta a sabiendas) o la falsedad documental. Pero si nos ceñimos exclusivamente a lo publicado por su periódico de cabecera, el Canarias7, que hace unos días recogía unas declaraciones de “fuentes policiales” que aseguraban que “el juez estaba informado desde el minuto uno” de los pormenores de la denuncia de Cambreleng, ¿por qué Soria no ha metido en su querella a su señoría? ¿Sólo pretende hacer un poco de ruido y ganar algo de tiempo? ¿Teme que a la poca credibilidad de su denuncia se sume el calificativo de disparate? Porque si todo lo denunciado por Cambreleng fue ratificado en sede judicial, investigado por el juez, y empaquetado para juicio, ¿cómo puede casar una conspiración judicial a espaldas absolutamente del magistrado instructor? Lo peor es que lo saben perfectamente, pero de todos es conocida la máxima del mal periodista: “No dejes que la realidad te estropee un buen titular”.