El modus operandi de Salud Gil en el Cabildo de Gran Canaria está minando poco a poco la reputación de buena gestora que se había labrado en la Asociación de Empresarios de la Construcción. Si su paso a la política de la mano de Soria sorprendió a unos cuantos, no lo están haciendo menos sus continuos tropezones al frente de la Consejería de Asuntos Sociales. Uno de los últimos lo dio en la sesión extraordinaria que convocó antes de Navidad y que resultó nula de pleno derecho por estar plagada de irregularidades, según puso de manifiesto la oposición. De su primera intervención en el nuevo año no ha salido más airosa. Este viernes llegó a la reunión del Instituto Social y Sociosanitario (de la que es presidenta) con el Consejo Rector con la tarea hecha justito al revés, como lo dejó bien claro Paquita Luengo que se ha erigido en su mayor instigadora. Salud Gil, siempre tan resuelta, debía dar cuenta de datos en materia de personal y de subvenciones, pero en su lugar dio cuenta de las decisiones que había tomado sobre esos asuntos, capacidad resolutiva que se llama y no buen funcionamiento de los órganos colegiados. Porque si tenemos en cuenta que el PP tiene mayoría absoluta y todo se puede arreglar manu militari, ¿para qué presentar expedientes, llevar las propuestas a comisión informativa y luego a un pleno para aprobarlas? Tres trámites borrados de un plumazo, eso sí que es eficacia.