La sofisticada, y no por ello necesariamente falsa aparición de un aviso de bomba, salvó por los pelos a un desaborlado gobierno municipal que acababa de escuchar del secretario de la Corporación severas advertencias sobre la posibilidad de que los acuerdos que se adoptaran quedaran anulados por ausencia de las debidas garantías jurídicas en la convocatoria (la oposición llevaba 24 horas clamando por la falta de documentación). Pero Zerolo y los suyos pretendieron suspender el pleno extraordinario, sacar de él el punto siete (el del PGO), y celebrar a continuación una nueva sesión urgente, que tendría los mismos vicios que la anterior. Y perdón por lo de vicios. Y en eso apareció el presunto aviso de bomba que se complementó debidamente con el desembarco de los Tedax de la Policía Nacional que, como era de prever, no encontraron ni humo ni tornillería.