Como viene siendo habitual en sus homilías de El Día, don Pepito y/o su editorialista de cabecera se deslizaron este domingo por los desfiladeros del independentismo, haciendo una desafortunada parada en el fallecimiento de Toñi Torres. Con un descaro a prueba de bombas incurre el editorial en una flagrante contradicción, porque empieza calificando el óbito como “muerte violenta” (¿atentado?, ¿accidente de tráfico?, ¿asesinato?) para, acto seguido y sin el menor recato, relatar el calvario sufrido por Toñi Torres y equipararse a ella: “Esa persona no había sido juzgada aún y, por lo tanto, no era culpable de los presuntos delitos que se le imputaban, pues todo el mundo es inocente hasta que se pruebe lo contrario. No obstante, había sido sometida a un feroz juicio paralelo en determinados medios de comunicación. (...) También nosotros estamos siendo perseguidos, aunque no vamos a suicidarnos”. Además de la estúpida e irrespetuosa ironía y de la declaración no reclamada, don Pepito sitúa el suicidio de la ex concejal teldense en el estricto campo del juicio paralelo, posiblemente sabedor de todos los padecimientos personales y anímicos de la fallecida. Pero hubo más.