José Manuel Soria también ha visto una mano negra en las noticias publicadas este fin de semana por La Provincia relativas a la imputación por un presunto delito de extorsión al que acaba de ser nombrado este domingo nuevo presidente de Nuevas Generaciones, Sergio Tinguaro Falcón. Menos mal que el joven cachorro conservador fue detenido en abril de 2008, con mucha antelación sobre su nominación por el Gran Hermano para hacerse cargo de esas descarriadas criaturas a las que pretendían dirigir tres desalmados que tuvieron que recurrir a los juzgados para parar un congreso que acabó a la búlgara. Y menos mal que la denuncia contra Tinguaro la presentó un tío suyo de él. Porque de no haber sido así, probablemente el PP podría encontrar un atisbo de componenda. Tinguaro está seguro de que la causa, que describe como asuntillo familiar, será archivada, de lo que nos congratularemos todos por el bien de ese partido, que empieza a ser sospechoso de preferirlos imputados, como los caballeros las preferían rubias en tiempos del blanco y negro. Su tío de él no opina lo mismo. Bueno, ni de él ni de la causa penal.