En medio de la tormenta, y un poco antes de que Larry Álvarez llevara el asunto a la Comisión de Control, José Manuel Soria llamó al presidente de La Caja, Juan Manuel Suárez del Toro, a su despacho. Lo que se enmascara ahora como “una reunión institucional” en realidad fue una encerrona del vicepresidente del Gobierno, quien apretó al presidente de la entidad, del modo indecente que él sólo es capaz de apretar, para que no permitiera que la decisión de Economía y Hacienda fuera recurrida en alzada. Desconocemos si lo amenazó con alguna medida drástica del tipo retirar los fondos del Gobierno de la entidad canaria, pero lo cierto es que Suárez del Toro empezó a recular. Ya el consejo había tomado la determinación de recurrir, pero La Caja encontró el resquicio de la Comisión de Control para reunirse con urgencia el pasado sábado y reconsiderar su postura. No hay que olvidar, llegados a este punto, que Larry Álvarez tiene pendiente una denuncia por delito societario presentada en enero por Henríquez por la actuación del ex maletinero de Soria en las elecciones para la renovación de órganos de la entidad.