La opinión que tiene Alfonso Soriano de Cristina Tavío es muy poco edificante. Y que la exprese de un modo tan crudo como lo hace en público desde luego demuestra que el reconcome tiene que ser de aúpa. No fue Tavío la primera que humilló y ofendió a este patricio tinerfeño, muy querido en las bases y en las alturas de la derecha tinerfeña. Ya lo había hecho Soria en alguna otra ocasión con su inigualable estilo hierático y altanero hacia quien pueda representar mayores dignidades que él. Y lo hizo Tavío cuando lo presionó inclementemente para que apoyara la reedición del pacto con CC en 2010 que habían roto unos meses antes; no contenta con esa actitud, lo volvió a humillar cuando pidió a Zerolo que no le concediera una calle cuando tocó el turno de los expresidentes, incluidos los de la pre-autonomía. La ofensa se superó cuando, en el colmo del despropósito, la presidenta del PP tinerfeño pidió una calle para el ex alcalde Zerolo, que no atesora precisamente los valores que debieran ser exigibles a un ciudadano con honores y distinciones. Poco a poco, Soriano y la tozuda ley de la gravedad van devolviendo a cada uno lo suyo, y a la persecusión sufrida, el hoy homenajeado responde con dos tazas, con la calle que le negaron y con un enaltecido homenaje a otro damnificado de Tavío, Ángel Llanos: “un político no solo recuperable sino también imprescindible. Ha adoptado muy bien el destierro político al que determinadas personas de mi partido lo han sometido. Supongo que en un futuro, más bien corto, tendrá que volver a cargos de responsabilidad en el PP. Salvo que el partido se quiera suicidar. Vamos a ser sinceros, ya de por si tiene a pocas personas válidas como para desperdiciar a lo poco bueno que hay”.