Ya se han cumplido tres años desde aquel terrible accidente de Barajas y las víctimas y sus familiares siguen sin tener todas las respuestas, lo que automáticamente significa que todavía no se han planteado las medidas correctoras ni se han fijado las indemnizaciones económicas correspondientes. Casi desde el día siguiente al accidente, que costó la vida a 154 personas, muchas de ellas canarias, todo apuntaba a lo mismo que apuntan hoy los informes, tanto los oficiales como los emitidos de parte: no se desplegaron adecuadamente los mecanismos del modo despegue de aquel avión y fallaron los sistemas de alarma ante tal situación. Una mezcla de fallos técnicos y humanos que condujeron a la catástrofe. El informe pericial teóricamente independiente centraba sus conclusiones en responsabilizar a los pilotos y a la compañía Spanair, lo que encrespó a las asociaciones de víctimas, que veían alejarse una posible responsabilidad de la todopoderosa Boeing, actual propietaria del fabricante McDonnell Douglas, para lo cual algunas de ellas se habían hecho con los servicios de despachos de abogados norteamericanos. Pero este domingo volvió a abrirse tal posibilidad con el informe de Spanair que, para eludir las responsabilidades de su servicio de mantenimiento, culpa a los pilotos y al fabricante. Las consecuencias serán imposibles de calcular.