Ver determinados programas de televisión se está convirtiendo en un interesante ejercicio que ya no consiste en estar atentos a ver qué podemos aprender, cuál es la opinión de los participantes o qué pasa en el mundo. El ejercicio consiste, fundamentalmente, en comprobar hasta dónde son capaces de llegar en ese espacio en cuestión los periodistas del Gobierno y qué artes puede llegar a desplegar el entrevistado, normalmente del PSOE o fuerzas desafectas al régimen, para tratar de no salir trasquilado. Es tal el suplicio al que los someten en estos espacios, que sería muy fácil recomendar a los asesores de prensa que no envíen a los dirigentes no afines a determinados programas del régimen. Pero no, si todos consiguen lo que este miércoles consiguió Juan Fernando López Aguilar, diputado socialista por Las Palmas y miembro de la Ejecutiva Federal socialista, es bueno acudir. Se obtienen dos efectos: a) demostrar la teoría de la existencia recalcitrante de medios controlados por el Gobierno del PP, y b) demostrar que hay periodistas y periodistas, incluso más recalcitrantes que Isabel San Sebastián, que ya es. Lo ocurrido este miércoles en El Primer Café de Antena 3 televisión superó con creces lo visto hasta ahora, incluso cuando ha acudido al potro de tortura Alfonso Guerra. Ni él ni López Aguilar sufrieron enevenamiento por ese primer arsénico de la mañana.