Cómo está el patio, señoras y señores. A ver si se iban a creer ustedes que el único político que aviva el fuego del insularismo es José Miguel Bravo de Laguna. Qué va. Mucho antes de que el presidente del Cabildo de Gran Canaria levantar la bandera que no le dejan izar en la Fuente Luminosa, había hecho lo propio desde Tenerife el vicepresidente de su Cabildo, Carlos Alonso, consciente de que esa fórmula da resultados electorales y de movilización social y mediática, especialmente en momentos de crisis, muy propicios para la búsqueda incansable del enemigo externo que enjugue las aflicciones y provoque las suficientes lágrimas para no ver la ineptitud más cercana. Carlos Alonso, heredero in péctore de Ricardo Melchior, ha alcanzado la velocidad y la altura de crucero en ese empeño, sin el menor respeto hacia lo que le dictan sus conocimientos académicos y el sentido común que seguro atesora. Entre otros enemigos exteriores ha puesto sus ojos en la compañía Binter Canarias, a la que le ha reprochado que la mayoría de sus vuelos internacionales salieran de Gran Canaria, en vez de alguno de los dos aeropuertos transoceánicos y transalpinos que tiene Nivaria. Es evidente que los enlaces con África tienen mucho más sentido desde la isla que más relaciones tiene con ese continente, y aun así la compañía canaria incluyó en el precio de sus billetes una fuerte rebaja para el salto desde las demás islas, de manera que a los viajeros del resto del Archipiélago no les fuera especialmente gravoso el viaje. Pero no se quedó conforme Carlos Alonso con la medida, y rápidamente estableció contactos con alguna compañía con la que poner los cuernos, así, en plan nacionalista convencido, a la que tiene cien por cien capital canario, incluso tinerfeño, dicho sea de paso. Finalmente la agraciada ha sido la Royal Air Maroc, con la que se dispone a presentar este miércoles lo que el Cabildo tinerfeño ha dado en llamar “el primer vuelo directo entre Tenerife y el continente africano”. Ole.