En un gesto sin precedentes, Soria ha presentado denuncia, que se transformará en querella, contra el ex delegado del Gobierno por unas declaraciones de éste respondiendo a aquellas indecencias del presidente del PP canario, cuando culpó a Zapatero de los secuestros y violaciones de menores en Canarias. No es la primera vez que Soria emplea este pernicioso método de pretender sentar en el banquillo a quienes le afean sus propias cochinadas, en un intento por enturbiarlo todo para que parezca que la víctima es él. Si se le pilla propiciando un pelotazo en La Favorita, que se condene al periodista que pide una investigación. Si vive gratis en un chalet propiedad del empresario al que quiso beneficiar en la trama eólica, lo mismo. Si el escándalo de Isolux le afecta políticamente, palo y tentetieso a quien opine así. Ahora le toca a un político, no a un periodista, lo que termina por demostrar que no cree en las reglas de juego democráticas que también permiten a los demás pronunciarse como lo hace él. Aunque nunca de modo tan grotesco.