Del mismo modo que la mentira y la propaganda fantástica se le vino encima en horas 24 a José María Aznar y su corte madrileña, al movimiento soriano de por aquí le terminará pasando lo mismo. Es ley. Están acumulando demasiados errores a su alrededor, demasiados heridos y demasiadas facturas impagadas como para que este dislate les dure mucho tiempo. Son capaces de no acudir a las entrevistas de la Cadena Ser y darse de baja de sus tertulias, lo que significa que en la emisora de mayor audiencia de Las Palmas terminará por no escucharse la voz de la derechona. Y creen que con eso perjudican al medio. Lo mismo, exactamente, que llevan haciendo con nosotros, además de atacar a las personas vinculadas con el periódico, con todo tipo de coacciones, amenazas y acciones directas. Este lunes, cuando publicamos las andanzas del hermanísimo en Industria, su Excelencia volvió a revolverse en su poltrona y telefoneó a alguna consejería del Gobierno del que todavía es socio a preguntar si alguien ha osado volver a poner publicidad en este medio. La paranoia empieza a alcanzar cotas ciertamente peligrosas.