El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Cómo vacilaron a Guillermo Díaz Guerra
Lejos parecían haber quedado las profundas diferencias que el actual subdelegado del Gobierno tuvo en el pasado con los directivos de la refinería, particularmente en los tiempos en los que Guillermo Díaz Guerra era concejal de Calidad Ambiental de Santa Cruz de Tenerife durante el pacto que su partido, el PP, celebraba con mucha algarabía con la Coalición Canaria de Miguel Zerolo. Especialmente significativos fueron los enfrentamientos que refinería y concejal se cruzaron con motivo de los eternos vertidos de crudo en la zona de Castillo Negro. Y decimos enfrentamientos por no decir vacilón, que fue lo que aplicó la refinería hacia el concejal remitiéndolo a la Autoridad Portuaria para que esta acabara también pasando cuarto y mitad del representante ciudadano hasta llegar a decir en alguna ocasión que donde el edil veía hidrocarburos ellos veían los restos de un botellón. Es el mismo PP de Díaz Guerra que el de Cristina Tavío, activísima dirigente política que durante su anterior y actual etapa de concejala en la misma ciudad ha venido haciendo una apuesta permanente por buscar una salida a la refinería que pasara, por ejemplo, por trasladarla a Granadilla, y justificar así aunque fuera un pizco el muelle que allí se trata de construir contra viento, marea y sebas asesinas. Una Cristina Tavío que no hace mucho se enfrascó en una diatriba pública con la también concejala Ángela Mena (CC) por los mismos vertidos de la refinería que su colega Díaz Guerra denunció con escaso éxito, por lo que se ve, a principios de este siglo. Las quejas se acabaron, como se acabaron los deseos de sacar la refinería de la ciudad porque así lo dejó este lunes perfectamente fijado en el discurso de los populares canarios su excelencia el señor ministro. Vamos, todos en pie, ¡viva la refinería!
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