Ni fría ni leches. La venganza en Santa Brígida se despacha al ritmo que cualquier boliche saca de la cocina una ropa vieja recalentada o Casa Ricardo te empotinga con cebolla, tomate, mostaza y pepinillo un impresionante perrito caliente. El pinche es Lucas Bravo de Laguna, el Niño Bravo, alcalde de Santa Brígida por la gracia de Los Verdes (y de los votantes de ambos, dicho sea con el debido respeto) y flamante secretario general del PP grancanario. La víctima de la venganza, la concejal Guadalupe del Río, que acaba de abandonar la militancia pepera sin entregar por ello el acta de concejal, lo que para el alcalde constituye un acto sublime de caradura. Desde este martes comenzaron en la calle Ciprián de Torres, en la urbanización satauteña de Los Alvarados, los trabajos de repintado de la calzada para cambiar de acera el lugar permitido para que los coches aparquen. Lo que a priori parece una solemne estupidez, tiene su aquel, porque todos los vecinos (y por supuesto la afectada) coinciden al afirmar que se trata de una putadita del Niño Bravo a la concejal Del Río, que habita esa calle en unión de una treintena de vecinos, muchos de ellos bastante cabreados.