Hay vecinos y vecinas de cualquier ciudad del mundo que se alegran cuando ven intervenir a las fuerzas del orden reprimiendo el crimen y la delincuencia. Es, por otro lado, obligación de esos cuerpos de funcionarios, con lo que la alegría es doble y recíproca. Pero también hay vecinos que se indignan cuando los agentes del orden se exceden en sus funciones, especialmente cuando llegan a un barrio en plan película norteamericana de serie B y empiezan a cachear a los jóvenes del lugar, registrar sus coches y luego marcharse como si nada hubiera pasado. Y pobre del vecino que ose preguntar. A uno que lo hizo la otra noche en la zona de Pérez del Toro lo denunciaron por “alterar su tono de voz en contra de la de la actuación policial interfiriendo entre los agentes poniéndolos en contra de los viandantes”. Fue lo único que sacaron en limpio los policías locales de Las Palmas de Gran Canaria de su espectacular operación.