La escritora Laura Gallego rompe su timidez
Cabizbaja, con la manos en los bolsillos y refugiada en su chaqueta negra, Laura Gallego atravesaba a eso de las nueve de la mañana de este miércoles 20 de febrero la plaza de Sintes en dirección a la puerta principal del Auditorio de Teror. No era el frío lo que únicamente Laura rehuía. Tal como reconocería minutos más tarde ante la audiencia que la esperaba, era su timidez la que realmente condicionaba sus pasos entre las decenas de jóvenes y adolescentes que ya la esperaban en la villa venidos tanto del municipio anfitrión como de Valleseco, Firgas, Arucas, San Mateo, Santa Brígida y Las Palmas de Gran Canaria. Nadie diría que aquella mujer menuda, que casi se confundía entre el alumnado, fuera la flamante Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil que justo un día antes había recibido su galardón en el Palacio del Pardo de Madrid en un acto presidido por los Príncipes de Asturias.
Sin apenas haber podido descansar, Laura Gallego llegó a las once de la noche del martes a Gran Canaria para dormir por fin unas horas y madrugar para acudir a su cita en Teror. Allí la esperaban los alumnos participantes en un encuentro literario organizado por la Biblioteca del IES Teror con la colaboración del Ayuntamiento del municipio, la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias y la editorial SM.
Dispersos por la plaza de Sintes, la mayoría de alumnos se mostraban expectantes ante la llegada de la autora de los libros que habían leído y comentado en clase durante los últimos meses. Era el caso de Isabel Espinoza, alumna de primero de Bachillerato del IES Feria del Atlántico, de la capital grancanaria. Nerviosa, por ser una de las responsables de su centro de leer la comunicación resultante del trabajo que realizaron en clase, la joven aseguraba que se ha quedado “enganchada” a la obra de Laura Gallego. “Me encantó la historia de Donde los árboles cantan y ya estoy deseando leerme Memorias de Idhún. Desde que termine la tercera evaluación”, apuntaba, empiezo a leérmelo“. Como ella, sus compañeras Eva y Cristina aseguraban haber quedado fascinadas por la lectura en clase de la novela que le ha valido a Laura Gallego el Premio Nacional, Donde los árboles cantan. ”A mí me encantó por su fantasía y porque no me esperaba nada el final“, comentaba Eva con una amplia sonrisa de dientes blanquísimos que resaltaban en su cara de piel negra.
La opinión de esas tres amigas contrastaba con la de Ainara García, estudiante de Auxiliar de Enfermería del IES Teror, que confesaba que aunque no le había desagradado la lectura de Memorias de Idhún, lo suyo es otro tipo de literatura. “A mí este libro me pareció demasiado fantasioso, yo prefiero historias realistas”, aclaraba.
Con la sinceridad por delante, los alumnos que tuvieron oportunidad de leer sus comunicaciones en el escenario del Auditorio de Teror poco después no anduvieron con remilgos a la hora de expresar lo que no les había gustado de los libros leídos a pesar de estar la autora delante. “Hubiésemos preferido otro final”, le dijo una alumna en un momento dado. “A nosotras no nos atraía leer esta historia de fantasía porque preferíamos un libro de aventuras o de historias de amor”, reveló otra. El caso es que los más de cuatrocientos alumnos reunidos tuvieron ocasión de reflexionar entre sí y contrastar con la escritora el resultado que la lectura de sus obras había dejado en ellos.
Ese era el objetivo que el coordinador del proyecto, Miguel Martín, se había propuesto a la hora de presentarlo a los distintos centros educativos. El profesor del IES Teror, responsable además de su biblioteca, andaba ayer corriendo de un lado para otro para que el acto se realizara con la mayor agilidad posible, a la vez que atendía a la escritora y a las autoridades presentes. Intervinieron en el acto el consejero de Educación y vicepresidente del Gobierno de Canarias, José Miguel Pérez; el alcalde de Teror, Juan de Dios Ramos; y el director del IES Teror, Manuel Pérez. Los tres agradecieron a Laura Gallego el esfuerzo por haber acudido a su compromiso con los estudiantes grancanarios horas después de recibir su premio.
Terminadas las intervenciones de los representantes institucionales, Laura Gallego accedió al escenario y de pronto se vio sola frente a un público sediento de palabras, esta vez orales. Dubitativa, sin saber bien cuándo arrancar, se excusó por su estado: “Estoy un poco aturdida, la verdad, con tantas emociones”.
Tras coger resuello, comenzó su intervención y confesó lo que ya los periodistas presentes habían intuido. “Soy muy tímida, me aterroriza estar ante público”, dijo quien minutos antes había desistido de dar declaraciones a la prensa. “Yo, como muchos otros escritores”, continuó, “escribo porque nos cuesta expresar lo que sentimos en voz alta y, por tanto, gracias a la palabra escrita podemos dar claridad a nuestros pensamientos”.
Quedaba así claro el fin que le llevó desde los once años a escribir. Ese motivo no era otro que rebelarse contra su timidez y dar salida poco a poco a las historias y personajes que se le iban agolpando en su cabeza.
Escritora de vocación
La actual Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, a pesar de su timidez contó con mucha gracia y desparpajo el afán que ya desde muy joven le entró por publicar. Según relató, cuando terminó de escribir su primera novela la envió a un concurso y no tuvo suerte. Con su segundo libro hizo lo mismo, y tampoco hubo éxito. Ya con el tercero esperaba una respuesta positiva, porque además ella sentía que se iba superando, pero tampoco llegó la oportunidad para publicar. “Sin embargo, yo seguía escribiendo, no podía evitarlo; a mí se me seguían ocurriendo historias y tenía que escribirlas. De ese modo”, declaró, “es cuando me di cuenta que lo mío era vocación, yo tenía la necesidad de escribir más allá de que me publicaran o no”.
Y así se fueron sucediendo historias y libros que no veían la luz para el público hasta que llegó al que hacía el puesto décimocuarto. Ese libro no era otro que Finis Mundi, con el que obtuvo en 1999, cuando tenía la edad de 21 años, el concurso El Barco de Vapor. “Me quedé de piedra cuando me telefonearon a casa y me dijeron que había ganado”, señaló.
A esa publicación le siguieron otras, hasta superar ya los 30 libros, con los que ha vendido más de un millón de ejemplares solo en España. Mientras ultima la lectura de su tesis, con la que pretende doctorarse en Filología Hispánica, Laura Gallego sigue “escribiendo a todo trapo” motivada por el público entusiasta que ha encontrado. Aun así deja claro que ella escribe lo que quiere, lo que se le pasa por la cabeza, independientemente de que pueda gustar o no. “Para mí”, manifestaba en Teror, “es alentador encontrar personas que se identifiquen con mis personajes; es un orgullo y un privilegio escribir y que guste, pero yo no tengo fórmulas para gustar, yo escribo lo que me gusta a mí”.
Reacia a los dogmatismos no tuvo inconveniente, sin embargo, a alentar a aquellos que leen en estos tiempos. “Olé a los que leen, porque es un acto de rebeldía; ahora al que lee muchas veces se le ve como un bicho raro”, explicó al público. Además, animó a todos los jóvenes a usar las herramientas que pone Internet a su disposición para compartir sus lecturas y las críticas de ellas.
Al final, la tímida Laura conectó con su público y los jóvenes aplaudieron a rabiar sus comentarios y los de los compañeros que intervinieron. Por último, posaron orgullosos con la escritora objeto de estudio en clase y durante toda una mañana compañera suya en el Auditorio de Teror. A Laura le quedaba todavía otro encuentro, esta vez en el edificio de Humanidades del campus universitario del Obelisco, en Las Palmas de Gran Canaria.