Pet Shop Boys inunda de electropop el Gran Canaria Arena

El dúo británico Pet Shop Boys, durante el concierto que ofreció este sábado en Las Palmas de Gran Canaria. EFE/Ángel Medina G.

Cristina Magdaleno/ Efe

17 de julio de 2022 10:47 h

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El dúo británico Pet Shop Boys inundó de electropop el Gran Canaria Arena este sábado al ritmo de sus grandes clásicos, versionados y propios, y ataviados de un vestuario extraterreste, como recién aterrizados de un planeta futuro en el que todos los problemas se solucionan al ritmo de Suburbia, Can You Forgive Her y Opportunities, el trío de canciones elegido para comenzar.

Sin tregua para el público, la segunda cita en Canarias de la gira Dreamland, tras su paso por el Puerto de la Cruz (Tenerife), siguió a buen ritmo, con Neil Tennant y Chris Lowe haciendo gala de un vestuario futurista y psicodélico que se sumaba al dinámico y colorido juego de luces que trasladaba al espectador a un viaje hacia el espacio y las y las galaxias, con un montaje del escenario que rozaba lo extraplanetario.

Así, Pet Shop Boys sumergió al público grancanario allí donde las calles no tienen nombre (Where the Streets Have No Name), la versión del éxito de U2 a la que añaden trozos de “Cant Take My Eyes”, de Frankie Valli, que mantuvo los ojos de los espectadores puestos en ambos artistas, pero sin poder contener los pies quietos.

La noche del sábado tuvo mucho sabor a fin de fiesta y despedida de fin de curso, ya que se trata de la última cita europea de Pet Shop Boys hasta junio de 2023, si bien a partir del próximo septiembre regresarán a los escenarios con la parte norteamericana de la gira.

Tras los primeros temas llegó, una detrás de otra y sin apenas mediar palabra, Rent, Don’t Know What You Want y So Hard, que, ejercicio de nostalgia mediante, siguieron sirviendo para mantener el espíritu bailongo del público, y tan clásico del ritmo de los Pet Shop.

El vigor y la fuerza de Left To My Own Devices sorprendió al pabellón, en parte gracias a la potencia de la banda que en ese momento comenzó a acompañar al dúo británico. Desde hacía varios temas, el Gran Canaria Arena había dejado de ser una pista de basket para convertirse en la más discotequeras de las pistas de baile.

De hecho Neil Tennant se dirigió a un público completamente entregado para preguntar en casi perfecto español: “¿Hay una discoteca aquí?” justo antes de convertir el foso en un perfecto sambódromo durante Se a vida e.

Tennant siguió su diálogo con el público grancanario y advirtió de que se venía “uno de nustros mayores hits”, “Domino Dancing”, cuyo estribillo resonó entre las paredes del pabellón, con todos los asistentes moviéndose al ritmo de los sintetizadores imposibles para continuar rápidamente con Monkey Businnes New York City Boy.

Con Drunk, Tennant se armó de una guitarra acústica y tiró de ironía para decir que era consciente de que a no mucha gente se le venía a la cabeza ningún tema de Pet Shop Boys en el que fuese necesaria un instrumento de cuerda.

El dúo continuó con Jealousy y Love Comes Quickly, que siguieron haciendo el principal trabajo de Pet Shop Boys: no dar descanso al baile.

La característica percusión de los primeros compases de Always on My Mind sumergió a los fans en un estado de euforia colectiva casi imposible de contener, en el que fue sin duda uno de los momentos álgidos de la noche.

El concierto solo dejó de estar impregnado y dominado por la nostalgia, un sentimiento que parecía ser bien acogido por el público, con Dreamland, el último sencillo de Lowe y Tennant, publicado en 2019. En cambio, de su último álbum My Beautiful Laundrette, lanzado en 2021, no llegaron a tocar ningún tema.

De este modo, continuaron su viaje en el tiempo con Heart“y It’s Alright, que vinieron poco antes de otros de los grandes momentos de la velada, cuando Lowe y Tennant se dispusieron a rematar con Go West, It’s A Sin, especialmente coreada, y West End Girl”.

Tras interpretar la última canción, Being Boring y dos horas de concierto, los chicos de la tienda de mascotas terminaron de demostrar que aún mantienen parte de la energía que derrochaban cuando comenzaron su andadura musical allá por 1981, cuando la casualidad les hizo encontrarse y, juntos, cambiaron y transformaron el pop para siempre. 

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