'Como la espuma', una orgía simpática del director conejero Roberto Pérez Toledo
El realizador Roberto Pérez Toledo, quizá el más comprometido de los españoles con la normalización de las discapacidades en el cine, estrena este viernes su cuarto largometraje, Como la espuma, un guiño al espectador al que sumerge en una orgía, pero solo para hablarle de amor.
“La película es un viaje a través de la experimentación sexual, con una orgía como punto de partida para llegar en casi todos los casos, al amor”, explica el director canario (Lanzarote, 1978).
Protagonizada por un elenco de nuevos actores jóvenes, como Sara Sálamo, Diego Martínez, Nacho San José o Carlo D'Ursi, respaldados por habituales del director, como David Mora o Adrián Expósito, Como la espuma es un repaso amable y un poco gamberro de todas las fantasías del director.
La idea, señala, tuvo su germen en una pieza de microteatro que se representó en Valencia Ensayo sobre orgías y besos, sobre una pareja heterosexual que contaba, en un contexto totalmente sexual, una “historia de amor súper naif que nada tenía que ver con el sexo”.
“Me gustaba esa colisión, jugar con las expectativas de gente que venía a ver microteatro con la palabra orgía en el título y luego se encontraba con amor romántico, casi infantil. Vi que esto daba para un largometraje coral donde se pudieran contar muchas más historias que ocurrieran por la casa: en el baño, en el jardín, en la piscina...”, relata el director de Seis puntos sobre Emma.
La única premisa común de esas historias es que todas empiezan buscando sexo y acaban encontrando amor, puntualiza, “personajes que se parecen a todos nosotros en lo que tiene que ver con la gestión de sentimientos y que los reconocemos en su búsqueda del amor, a veces torpe, otras extraña, o surrealista”.
“Ahora veo la película bastante pacata”, se ríe Pérez Toledo, que se quedó sin dinero, dice, “para pagar extras en pelotas”.
“Al final es una orgía para Disney Channel”, bromea, “con tanta gente con ropa interior de colorines. Pero eso también me gusta -dice con un guiño-, porque me permite jugar, contrariar al espectador y poder emocionarlo”.
Explica, de nuevo con mucho sentido del humor, que cuenta con la ventaja de que la mayoría de los espectadores “no habrá ido nunca a una orgía”, de modo que “la mía es surrealista, tiene sexo, claro, pero al final es una full party de gente perdida deambulando por la casa”.
El director, que tiene en común con su protagonista principal que se mueve, como él, en una silla de ruedas, presume de deslizar con normalidad en sus película “gente con diferentes discapacidades físicas u opciones sexuales diferentes, sin enfatizar. Me parece más poderoso hacer cine de gente con discapacidad que no sobre discapacidad”.
Así, homosexuales, macarras, profesionales del sexo, ilusos, amantes en pareja y parejas rotas; todos caben en esa mansión que es en sí misma un personaje, dice Pérez Toledo: “Esa casa está a la venta, vale cuatro millones de euros, y está amueblada con esos sofás y candelabros que aparecen, una locura”.
Después de 25 cortometrajes -este cuarto largo estuvo a punto de convertirse en el primero que produjera la plataforma Netflix en España-, pero “todo se vino abajo por una filtración. No paras de aprender”, dice Pérez Toledo en su habitual tono positivo.
Rodada en tres semanas, con la total complicidad de los actores, Como la espuma tiene un tono “hiperemocional”, coherente con sus otros trabajos. “Estaba claro que nunca íbamos a traspasar una línea. Pero tampoco hay moralina”.
Porque en el fondo, resume, “de lo que hablo es de vivir el momento, al fin y al cabo, en los sentimientos nada es eterno. Hoy, mola si decides dejarte llevar. Mañana, te estrellarás seguro, pero hoy....”.