Sobre este blog

HELSINKI DESDE DENTRO

Toda ciudad tiene dos vertientes; es decir, la que se ve a simple vista, y la que se conoce cuando se vive en ella. Este blog quiere contar lo que sucede en esta ciudad nórdica, tratando de no recorrer los lugares comunes tan del gusto de las guías turísticas. Y todo ello, en lengua castellana.

JUMANJI: THE NEXT LEVEL

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¡Sí! Eso mismo. Peter se encontró el mismo juego que hizo desaparecer al apocado Alan y, luego, décadas después, lo devolvió ya como un adulto, decidido e incapaz de rendirse ante la adversidad, por muy dura y peligrosa que ésta pudiera parecer. En realidad, Alan Parrish se comportaba de esta manera, dado que, cuando dio con sus huesos en el interior del juego, no tuvo más remedio que aprender cómo sobrevivir en un escenario cambiante, caprichoso, insensato y muy, muy peligroso. Así es Jumanji, un lugar tan fuera de lo común, que puedes morir sin tan siquiera ser consciente de qué sucede a tu alrededor.

Alan Parrish (Robin Williams) en Jumanji © 1995 TriStar Pictures, Interscope Communications and Teitler Film.

Y, para colmo de males, Jumanji no sólo es un superviviente en el siempre competitivo mercado de los juegos de mesa. No, Jumanji tiene la capacidad de mutar y adaptarse a los nuevos tiempos, sin saberse ni cómo ni por qué. De ahí que, cuando el padre de Alex Vreeke le entregue a su hijo aquel juego de mesa que encontró, enterrado en la arena de una playa, tres décadas atrás, éste se trasmutará en un cartucho de videojuegos para lograr captar el interés del chico, ante la desidia del joven por el primitivo juego de mesa que anteriormente era.

No les diré nada que no sepan si añado que el destino de Alex será el mismo que el del joven Alan Parrish, aunque, al revés de lo que sucedió con el segundo, la salvación llegará desde dentro del juego. No, desde el exterior.

Alex (Nick Jonas) en Jumanji: The Next Level © 2019 Hartbeat Productions, Matt Tolmach Productions, Seven Bucks Productions and Sony Pictures Entertainment.

Y la ayuda llegará de la mano de cuatro personajes antagónicos por su querencias, vida personal y aspecto físico. Los cuatro son el acomplejado, asmático y apocado Spencer Gilpin y quien fuera su mejor amigo, Anthony “Fridge” Johnson, dos caras de una misma moneda, por lo menos hasta que el desarrollo físico del segundo lo aupó al Olimpo de los deportistas, mientras el primero pasaba a ser el segundón que terminará por desaparecer de la ecuación.

Bethany Walker es esa joven capaz de hacer cualquier cosa por ser popular, sin dar tregua a los que la rodean y, de paso, a ella misma. Adicta a las nuevas tecnologías e incapaz de reparar en aquellos segundones que, como Spencer, solamente tratan de sobrevivir allí donde otros solamente deben sonreír, su egoísmo y falta de empatía la sitúan en el extremo contrario del cuadrilátero vital que también ocupa, en contraposición a ella, Martha Kaply. La joven es uno de los muchos “patitos feos” que pululan a la sombra de supuestas “influencers de instituto” como Bethany Walker y que, al final, terminan por perder la compostura ante la insensatez de un sistema que premia a los mediocres y arribistas en detrimento de quienes tratan de hacer las cosas lo mejor posible.

Martha (Karen Gillan); Bethany & Fridge (Jack Black); Eddie (Dwayne Johnson) y Mouse Finbar & Fridge (Kevin Hart) en Jumanji: The Next Level © 2019 Hartbeat Productions, Matt Tolmach Productions, Seven Bucks Productions and Sony Pictures Entertainment.

Sea como fuere, los cuatro “antagonistas” terminarán compartiendo castigo y escenario estudiantil hasta que -¡Sonido incesante y atronador de tambores, por favor!- Jumanji hace su aparición y, por el arte del juego de los juegos, los cuatro jóvenes den con sus huesos en el interior de una historia virtual que, de paso, los transmuta en cuatro avatares bien diferenciados. El primero de ellos es el aguerrido, pétreo y decidido arqueólogo, el doctor Smolder Bravestone. El segundo de la lista es el zoólogo Franklin “Mouse” Finbar. Después viene el cartógrafo, paleontólogo y profesor Sheldon “Shelly” Oberon. Y, por último, está la mercenaria y demoledora Ruby Roundhouse.

Lo mejor del caso es que Jumanji, en una suerte de justicia poética, dota a los eslabones más débiles, Spencer y Martha, de dos avatares realmente resolutivos, mientras que al atlético “Fridge” y a la narcisista Bethany los atrapa dentro del cuerpo y la mente intelectual del diminuto Franklin “Mouse” Finbar y del obeso profesor Sheldon “Shelly” Oberon, respectivamente.

Vista las cartas que Jumanji repartió hubiese sido lógico pensar que la suerte no sólo de Alex Vreeke, sino de los recién llegados estaba dictada de antemano. Sin embargo, Jumanji no es solamente una pesadilla que se vive con los ojos bien abiertos. Jumanji es una suerte de rito iniciático radical que, quien lo vive, termina por aprender más de su vida de lo que nunca hubiera pensado. En los primeros momentos, los cuatro jóvenes aprenderán las reglas del juego y lo que significan las líneas que llevan tatuadas en sus antebrazos, sobre todo cuando un hipopótamo devora el avatar de Bethany, y, un instante después, el profesor Sheldon “Shelly” Oberon se incorpora al juego “caído del cielo”, literalmente, y con una barra tatuada menos…

Más tarde y a medida que los retos, los obstáculos y las debilidades de cada uno terminan por quedar a un lado ante un escenario que les puede eliminar, tanto en la vida real como en el juego en el que están inmersos, será el mismo juego el que les empuje hasta el límite de sus posibilidades para, a reglón seguido, mostrarles de qué esencia están hechos cada uno de ellos. Incluso, cuando se encuentren con Alex Vreeke, éste no tendrá más remedio que admitir que aquel lugar tiene algo que termina por engancharte, por muy extremas que puedan llegar a resultar las pruebas.

Imagino que, por dicha razón y después de un primer nivel, Jumanji decidió jugar con quienes, sobre el papel, tenían menos posibilidades de sobrevivir; es decir, el abuelo de Spencer, Eddie, y su amigo y socio Milo Walker, acompañados para la ocasión por Ruby Roundhouse, de nuevo Martha, y “Fringe” en el papel del Sheldon “Shelly” Oberon, otro personaje que utiliza más su cerebro que su cuerpo, tal y como ya le sucediera al atleta en la primera ocasión que llegó hasta Jumanji siendo, en aquella ocasión, el zoólogo Franklin “Mouse” Finbar.

Ming (Awkwafina), Eddie (Dwayne Johnson) y Martha (Karen Gillan) en Jumanji: The Next Level © 2019 Hartbeat Productions, Matt Tolmach Productions, Seven Bucks Productions and Sony Pictures Entertainment. Photo by Frank Masi © 2019

Por causas que se conocerán después, Bethany se quedará fuera del juego, por lo menos, en un primer momento. Spencer deberá aceptar que su nuevo avatar es, ahora, Ming, una ladrona y trapisondista fémina, personaje bien opuesto al resolutivo arqueólogo Smolder Bravestone.

Tal y como ya sucediera la primera vez, Jumanji es todo menos un juego que no cuida las formas, a pesar de sus caprichosos sinsentidos y todos los personajes irán descubriendo qué es lo hacen allí, tanto los dos viejos amigos, Eddie y Milo, enemistados tras el cierre del restaurante que regentaron durante décadas -que luego acabó en manos de la tía de Judy y Peter, Nora Shepherd- como los cuatro amigos, separados por los compromisos resultantes de cumplir años, pero que se necesitan tanto o más ahora que la primera vez.

Es, precisamente en ese desglose de necesidades vitales, tan reales como fácilmente identificables, donde reside la validez de una propuesta que no ha hecho otra cosa que evolucionar, de la misma forma que el primigenio juego de mesa se convirtió en un cartucho de videojuegos y quién sabe en qué más será capaz de convertirse.

© 2019 Hartbeat Productions, Matt Tolmach Productions, Seven Bucks Productions and Sony Pictures Entertainment.

Habrá quien diga que la propuesta original no buscaba tanto el lucimiento y la espectacularidad, sino profundizar en los sentimientos de unos personajes marcados, de una forma o de otra, por una tragedia personal. Sin embargo, para plasmar la vida de los cuatro jóvenes y de los dos venerables ancianos que descubrirán lo que es jugar con un videojuego, Jumanji no repara en gastos para señalar los problemas de quienes tratan de sobrevivir en una sociedad cada vez más polarizada, deshumanizada y carente de las más mínimas reglas del compromiso. Y esto es aplicable a todos ellos, sin importar su edad y la generación a la que pertenecen.

No es de extrañar que Spencer, tras las carencias, sacrificios y problemas que debe soportar como estudiante universitario sin muchos medios, en un sistema que premia a quienes tienen progenitores que compran los favores a los responsables universitarios y castiga a quienes no tienen medios económicos para hacer lo mismo, decida regresar a un escenario donde su avatar, el doctor Smolder Bravestone, es un héroe con mayúsculas.

Ni siquiera Alex Vreeke puede rechazar la petición de ayuda planteada por Bethany, cuando la joven toque a su puerta. Quizás, Jumanji sea un juego adictivo, extremo y peligroso, pero, tal y como está nuestro mundo actual, en Jumanji uno conoce las reglas y no hay doble sentidos, escalas de grises, ni pamplinas por el estilo. Cuando se está allí, y Alan Parrish lo estuvo, sólo queda por decir una cosa: ¿Se atreven a jugar?

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2019

© 2019 Hartbeat Productions, Matt Tolmach Productions, Seven Bucks Productions and Sony Pictures Entertainment

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