Miles de palestinos huyen en medio de un incierto alto el fuego en Líbano
Las cifras de los que han salido y de los que aún permanecen atrapados son confusas. Ali Abu Jaly, director de la escuela de Nahr al Bared indicó que en las primeras horas de éxodo unas “1.500 familias han podido ser evacuadas” y advirtió: “Pero dentro hay miles más sin posibilidades de huir; hay muchos muertos y heridos, casi todos niños y minusválidos que no pueden valerse por si mismos”.
Abu Jalech, de 67 años, ha sido uno de los representantes de las autoridades palestinas del campamento que ha tratado de negociar una tregua con las Ejército libanés. “Hemos hablado con ellos tres veces. Les hemos explicado la situación. Pero en cuanto teníamos un acuerdo, al poco tiempo reanudaban los bombardeos”, explica Abu Jalech, que culpa al gobierno libanés de la crisis.
En su opinión, la operación es una excusa para castigar a los palestinos, ya que las zonas en las que estaban escondidos los miembros del grupo suní rebelde apenas han sido dañadas. “Son muy pocos y estaban en el edificio Semat y en la mezquita de la costa. Pero las bombas han caído en el centro, donde se concentra la población. Puede ir a verlo”, indica Emad al Kateb, un médico que trabaja para el hospital palestino de Nahr al Bared, dañado por las bombas.
“Han destruido nuestras vidas y todavía no sabemos por qué”
En la parte este del campamento, junto al Mediterráneo, apenas hay señales de la batalla. Algunos orificios de bala en los edificios, pero pocos signos de impactos de bomba o de mortero.
Conforme se penetra, las señales de los bombardeos son cada vez más evidentes y las barriada se convierte en un área mísera y fantasmal en el que solo se escuchan largos lamentos y ruidos furtivos. Por la entrada este, de manera continua pero sin avalanchas, salen grupos de familias, a pie o en coches desvencijados, al tiempo que las ambulancias rompen el silencio con sus atronadoras sirenas.
Mona Hidawi salió de madrugada protegida por las sombras de la noche. En compañía de una de sus hermanas, recorrió a pie los cerca de siete kilómetros hasta llegar con las primeras luces al vecino campamento de Badawi.
Allí, a media mañana se reencontró con su cuñada, y se fundió en un prolongado abrazo plagado de lágrimas. “Quedan muchísimas personas. Están todas concentradas en un mismo edificio por miedo a los bombardeos. Todo está arrasado. Han destruido nuestras vidas y todavía no sabemos por qué. No conocemos a Fatah al Islam. Nadie les apoya”, asegura entre sollozos.
La tragedia de Nahr el Bared arrancó el pasado fin de semana tras un incidente armado en el centro de Trípoli entre supuestos milicianos de Fatah al Islam que habían intentado atracar un banco y Fuerzas de Seguridad locales. Horas después, el Ejército libanés puso cerco al pequeño campo de refugiados palestino de Nahr al Bared, un área de unos dos kilómetros cuadrados en el que viven entre 30.000 y 40.000 personas.
Según diversas fuentes consultadas, en los tres días de ininterrumpidos combates habrían causado más de centenar de víctimas mortales, entre soldados, milicianos y civiles. Durante la mañana de este miércoles, los combates se habían reducido a pequeñas escaramuzas y esporádicos tiroteos entre francotiradores y soldados libaneses, que solo pueden apostarse en el exterior.
En virtud de un acuerdo firmado en 1969, las fuerzas libanesas no penetran dentro del campo, donde la seguridad es únicamente responsabilidad de las milicias palestinas. Testigos en el interior del campamento aseguran que también ha habido enfrentamientos entre los milicianos de partidos palestinos y los miembros de la milicia extremista.
Sin embargo, nadie sabe cuanto tiempo puede durar este aparente alto el fuego. En el campamento todavía quedan miles de personas, en su mayoría ancianos, niños, discapacitados y milicianos de los distintos grupos.
En el exterior, al mediodía de este miércoles, el Ejército libanés volvía a acumular más carros de combate y efectivos.