Sobre este blog

ATI-CC se divierte

Bancada de Coalición Canaria en el Parlamento de Canarias.

José A. Alemán

Quienes creíamos cuando el franquismo que con la práctica democrática la política y la administración pública canaria ganaría en transparencia nos equivocamos. Es lo que sugiere la chamolona de Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria con La Provincia y viceversa que ha permitido escaquearse a Fernando Clavijo para no ofrecer la información que se le pide acerca de lo que hay en el asunto de los equilibrios interinsulares. Juega también a favor de Clavijo que Morales es un tipo molesto, aborrecido por los intereses empresariales relacionados con el gas, los sondeos petrolíferos y poco respetuosos con el delicado medio natural canario a los que Clavijo tiene en un palmito y les regaló la ley del Suelo haciéndolos las voces que en Gran Canaria apoyan a ATI-CC.

Alguna vez me he visto enredado en una de éstas batallas y sé que nunca llevan a nada positivo. Unos cuantos días de estocadas y luego fuese y no hubo nada. El inolvidable Pepe Rivero Gómez llegó a calcular la duración de este tipo de broncas: dos o tres días de “y tú más”, a lo sumo una semana, y todo olvidado.

En este caso, el Gobierno Clavijo se ha escabullido dejando que los grancanarios se tiren los trastos a la cabeza. A él, al Gobierno, concierne lo relativo al dichoso equilibrio entre Gran Canaria y Tenerife pero no es asunto que quiera aclarar porque sabe que no lo hay. Pretende que baste la afirmación de que existe, que todas las islas reciben un trato parigual sin poner sobre la mesa los datos que desmientan lo que parece demostrado: no sólo la inexistencia de ese equilibrio sino la voluntad decidida de no obrar con la transparencia debida. Porque, si existe el equilibrio, ¿por qué no dan los datos que lo demuestren y acabar de una vez tanta historia? ¿Por qué, si hay ese equilibrio, lo oculta el Gobierno y pretende que creamos en su palabra?

¿Por qué no te callas?

Y en esto que Morales se pone pesado y el Gobierno, quién si no, estimó llegado el momento de pararle los pies deslizando los resultados de una indagación del Tribunal de Cuentas sobre la gestión del Ayuntamiento de Agüimes de cuando el hoy presidente insular era alcalde. Para que se calle. Según Cuentas, Morales fraccionó las cuantías de varios contratos para adjudicarlos sin mayores requilorios. Daba la sensación de que había cometido varios delitos pero, que yo sepa, ni Cuentas ni el Gobierno han enviado el asunto a la Fiscalía para que los califique y ponga en manos de los jueces. Lo que no sorprende porque en esta tierra es frecuente acusar a alguien de graves irregularidades para acojonarlo sin que luego se les dé traslado a las instancias judiciales. Puro farfullo, pues.

Desde luego, la ley de Contratos Públicos prohíbe taxativamente las prácticas atribuidas a Morales. Pero ocurre, según la misma información de La Provincia del pasado 26 de febrero, que la extrema exigencia legal cuanto mayor sea la cuantía del contrato hace “que no sean pocos los casos de instituciones que dividen el contrato” en cachitos. No pretendo con la observación justificar a Morales pero bien sabemos que no todo es soplar y hacer botellas, es decir, no pueden ignorarse las deficiencias de la burocracia municipal en tantos ayuntamientos del interior. Hasta el punto de que o te pasas, o te quedas. Sé, por experiencias, lo que cuesta cerrar cualquier asunto en un lapso de tiempo prudencial, cómo tienen al ciudadano del tingo al tango porque no saben exactamente los funcionarios como echar para adelante un expediente y la frecuencia de situaciones urgentes en las que ceñirse a lo estrictamente dispuesto puede empeorarlas. Es como si en un incendio exigieran un escrito legitimado y legalizado por abrir el chorro. No sé si será el caso de Morales pero deberíamos preguntarnos qué hacen los gobiernos para disponer de funcionarios más eficientes y preparados, que también los hay, además de promover reformas de los reglamentos municipales e incluso de las leyes para que no tengan del tingo al tango al ciudadano, del ayuntamiento al banco a pagar unas tasas para que, ya de vuelta a la Casa Consistorial con el comprobante, te digan que no eran las que te correspondía y que mejor vas a la oficina de la empresa privada que se encarga de gestionar eso, que es donde saben y que está al final de esta misma calle, que allí le dirán y cuando vuelves, después de hacer la inevitable cola, resulta que ya no hay nadie en el Ayuntamiento; y no te queda sino regresar a Las Palmas con la mañana perdida. Hasta humano es coger por el camino de en medio.

Desconozco, insisto, lo que pueda haber hecho, ordenado o tolerado Antonio Morales pero si como indica el propio Tribunal de Cuentas no son pocos los casos de fraccionamiento de contratos, si resulta que se trata de errores subsanables, me pregunto a qué espera el Gobierno para actuar en algún sentido para la mejora de la calidad de la función pública. Podrá decirse que es demasiado pensar que el Gobierno tiene a las corporaciones locales cogidas por donde duele a poco se pongan respondonas, en este caso divulgando una información referida a Agüimes para calzar por Morales, por coñazo. ¿Por qué, nueva pregunta, no ofrece el Gobierno por mor de la transparencia la información completa, municipio a municipio, de cómo anda el patio y se dejan de rollos? ¿O es que ocultan algo?

Es evidente, al menos para mí, que hay una campaña contra Morales. Pero no es menos cierto que el presidente del Cabildo grancanario no ha estado acertado en su manera de llevar el asunto en lo que a La Provincia se refiere. Ignoraba que fuera tan colérico como me pareció al calificar de “sicarios” a los periodistas y de “chorradas” las irregularidades que le atribuyen. Lo digo porque, por lo general, cuando alguien se acerca a un periodista (o a una empresa periodística) para facilitar una información de algún alcance lo hace por su interés en divulgarla, no por hacerle un favor al escribidor. Trata de instrumentalizarte y has de valorar si el asunto tiene verdadero interés público, si se trata de algo que debe saberse y decidir o no publicarla. Con el riesgo de equivocarte. Es lógico que al dolorido no le haga maldita la gracia que se le ponga en la picota pero creo que un político, con la experiencia que le supongo a Morales, no puede dejarse arrastrar por un pronto que alejó el asunto del fondo de la cuestión, el del desequilibrio, facilitando, insisto, el escaqueo de Clavijo, al dejarse de hablar de sus cosas y dejarlo todo reducido a un conflicto con La Provincia.

Comentarios al margen de lo mismo

Creo oportuno introducir unos comentarios, con algo de historia, que ilustren, desde la perspectiva de Gran Canaria, algunos de los factores que han determinado el más que presunto desequilibrio. Los numeraré para no extenderme demasiado.

1) La bronca última protagonizada por Morales arranca de su denuncia del desequilibrio en contra de Gran Canaria en la distribución de los fondos regionales por el Gobierno Clavijo. Una apreciación en la que, de hecho, coinciden todos los grupos políticos del Cabildo grancanario; con sus matices. Ya José Miguel Bravo de Laguna, que fuera presidente de la corporación insular entre 2011 y 2015, señalaba ese desequilibrio.

2) La respuesta del Gobierno canario a Morales fue un listado que nada aclaró. La Consejería de Hacienda se limitó a publicar el cuadro y decir, despectivamente, que los funcionarios estaban demasiado ocupados para perder el tiempo en boberías. O sea, que en una cuestión como ésta, que enturbia las relaciones interinsulares no hay lugar para esa transparencia de la actuación pública que reclama la democracia. Se ha lucido la consejera.

3) Si hacemos un poco de historia para entender mejor cómo funciona esto debe recordarse que cuando ATI ocupó, para no soltarla, la Consejería de Hacienda, allá por los 90, se apresuró a declarar alto secreto las recaudaciones fiscales del REF por provincias e islas. Gran Canaria atravesaba entonces un buen momento, era la que más recaudaba y como Lanzarote y Fuerteventura, las dos islas de la provincia de Las Palmas también crecían, a diferencia de las tres no capitalinas de la provincia tinerfeña, había una diferencia provincial en los fondos obtenidos que se subsanaba mediante el llamado fifty-fifty, es decir, el reparto al 50% de los dineros regionales. El sistema se aplicó, recuerden, desde la entrada en vigor del REF el 1 de enero de 1973 y creo que era un reparto justo y conveniente en una región como la canaria necesitada de cohesión y entendimiento interno de los que tanto nos hemos alejado, me da que definitivamente. Nadie se quejó de que se financiara a las islas occidentales con lo recaudado en las orientales, pero, como digo, al hacerse ATI con Hacienda, consideró necesaria la mayor “discreción” para evitar las discusiones que no había y no volvimos a saber nada de recaudaciones. Había que recurrir a los datos del Ministerio de Hacienda para hacernos una idea aproximada de cómo estaban las cosas. ¿Podemos fiarnos de una administración que obra con ese oscurantismo, que se niega a aclarar las cosas permitiendo la desconfianza que todo corroe? ¿Son de recibo, en estas circunstancias, políticos “graciosos” e irresponsables como Carlos Alonso, presidente del Cabildo tinerfeño, al que tanto divierte este penoso asunto de siglos?

4) La “toma” ática de Hacienda fue sólo un primer paso para desarbolar en Gran Canaria la estructura político-administrativa. Poco a poco la isla ha ido perdiendo protagonismo y peso. Fernando Clavijo, el actual presidente, ha querido simbolizar todo eso: que venga a Las Palmas a echar un sahumerio y no utilice la residencia del presidente, que costó una buena porrada de dinero adquirirla y reformarla, para alojarse en un hotel pone en evidencia que está de paso, que viene a cumplir. Es el mensaje que, como se ha visto, tiene sin cuidado a los grancanarios, Dicen que Santa Cruz y Las Palmas comparten capitalidad alternativamente: ¿cuántos grancanarios saben cual de las dos ciudades hace ahora mismo la capital? Yo, desde luego, no lo sé ni la he echado en falta y es la primera vez que me lo pregunto.

5) En Coalición Canaria (CC) domina el espíritu y la letra de ATI porque la dirigencia tinerfeña se ha empleado a fondo con ese objetivo. Pero el insularismo ático y sus incrustaciones de nacionalerismo que se va deslizando hacia el populismo han dado al tinglado tinerfeño una cohesión de la que carece Gran Canaria, donde si por un lado no se ha caído en el insularismo, que jamás ha logrado nada en las urnas, por el otro la politiquería no menos barata y funestos pero muy presentes y enredadores sujetos como José Carlos Mauricio o José Manuel Soria han contribuido al desprestigio de la política que ya casi interesa sólo a los que viven de ella. Sin olvidar a la caterva empresarial alineada que el Gobierno cuida para que escachen el menor indicio contrario de rebelión.

De Morales, por ejemplo, conviene destacar que es un decidido partidario de las energías renovables, que se opone al gas propano que el Gobierno de Clavijo quiere imponer y le plantó cara a Repsol y a Soria cuando trataron de imponer las prospecciones. Un motivo más de enfrentamiento porque no parece Clavijo muy sensibilizado con los problemas ambientales. Morales, pues, molesta a la dirigencia empresarial de los grandes negocios que apoya al Gobierno con frecuencia contra los intereses de la gente de su propia isla.

6) Ya apunté el error garrafal de Antonio Morales al tratar de matar al mensajero. Si en lugar de ponerse enfrente de un periódico se hubiera dirigido por lo derecho al Gobierno exigiendo transparencia vinculándola al desequilibrio, le hubiera ido mejor y no le hubiera sido tan fácil a Clavijo escaquearse porque esa relación tiene, por así decir, “relato”. A veces, muchas veces si quieren, tengo la sensación de que todavía pesan sobre nosotros los modos de los poderosos del Antiguo Régimen, la misma clase reconvertida en los caciques generados por la Constitución de Cánovas, de 1876, y el establecimiento del Estado liberal que nos dejaron su impronta: no creo que hayamos ido mucho más allá con esta democracia que se está desfondando a ojos vista.

7) Conviene ahora situarnos en los primeros 2000. Ya estaba ATI-CC en el machito y se aproximaban las elecciones generales de 2004. Desde 1993 y durante tres legislaturas, hasta 2003, estuvo José Carlos Mauricio, tan ex comunista de toda la vida que muchos llegaron a considerarlo el hombre de Aznar en Canarias. No sé si es nueva leyenda urbana pero en medios empresariales cuentan que un buen día se presentó en la oficina de un muy destacado empresario turístico y de la construcción y puso a su disposición el escaño que ocupaba en el Congreso. Se trataba de obtener cosas del Gobierno y comenzaron a apodarle “El conseguidor”.

Por esos mismos años, José Manuel Soria, chapucero de la postverdad al resultar mentiroso de los que se cogen más deprisa que a un cojo, lograba alzarse con la presidencia del PP canario. Fue en julio de 1999 tras defenestrar con los peores modos posibles a José Miguel Bravo de Laguna que, por cierto, ya se había quejado lo suyo del desequilibrio y si mal no recuerdo creó la comisión para investigar los desvíos reales o supuestos.

Durante el tiempo político de Soria en Canarias tras hacerse con la presidencia del PP, ocupó los cargos de vicepresidente del Gobierno (2007-2010) y consejero de Economía (2007-2010) donde tuvo de predecesor precisamente a Mauricio. Sin contar su paso por la alcaldía de Las Palmas (1995-2003) y la presidencia del Cabildo (2003-2007). Caracterizó a esta etapa soriana un buen número de escándalos de más que supuesta corrupción relacionados con el PP y él mismo. Sin consecuencias porque todavía no se había destapado del todo la corrupción del PP en las Españas y no iban a volverse locos por lo que ocurriera en colonias; aparte de que Soria contaba y cuenta con buenas agarraderas en los Juzgados. La despreocupación del PP nacional quedó clara porque, además de las noticias que salían sobre tan feos asuntos, Carlos Sosa, director de este digital, publicó un libro recordatorio de los escándalos que no impidieron a Rajoy hacerlo ministro de Industria y dejar a su merced un sector tan delicado como el energético. Del que por fin salió al cruzarse en su camino los “papeles de Panamá”.

Me limitaré a mencionar algunos de los asuntos sin ser exhaustivo porque no acabaría nunca y es otro el tema soriano a tratar aquí. Dejo, pues, a un lado el caso Bango, que jamás se aclaró y creó problemas al PP tinerfeño aún no informado por Rajoy de que no había “una trama del PP sino que la trama era contra el PP”; el caso Eolo relacionado con un concurso de aerogeneradores en Arinaga; el caso Chalet donde vivió de gorra una temporada por cuenta del propietario, interesado en el concurso del Eolo; el caso Faycán; el caso Salmón… No continúo porque bastan los mencionados para ilustrar el tipo de hazañas que le van al personaje.

A Rajoy no le bastaron esos antecedentes conocidos para pensarse si debía hacerlo ministro. Pero todo eso, el ministerio y a la calle vino después de que Mauricio y Soria interpretaran su versión del Dios los cría y ellos se juntan.

8) Llego así adonde iba: el momento en que Mauricio y Soria llegan a un entendimiento para controlar y repartirse los puntos clave de la vida política y económica de Gran Canaria como la Caja Insular de Ahorros, el Puerto de La Luz, la Cámara de Comercio, las asociaciones empresariales, etcétera, donde colocarían a hombres de su confianza. El momento en que se perfeccionaría el plan, las elecciones generales de 2004. Los dos daban por descontado el triunfo aplastante de Mariano Rajoy, que se presentaba al cumplir Aznar la promesa de no permanecer en la presidencia más de ocho años. Dicen que tenían el apoyo de Adán Martín, presidente del Gobierno de procedencia y esencia ática, condicionado a que no metieran las narices en Tenerife. El reparto perfecto del territorio.

Mauricio era por entonces consejero de Economía y Hacienda (2003-2007) y de 1993 a 2003 fue diputado nacional y “conseguidor”, según dije ya. Su labor fue muy reconocida y dicen que epataba a los empresarios llamando por teléfono, en mitad de alguna reunión, a Rodrigo Rato, al que trataba de tú y de “Rodrigo”. No sé si se trata de otra leyenda urbana, pero puedo asegurarles porque conozco al peje que es muy probable que así fuera. Es su estilo.

9) Todo estaba preparado para las elecciones de 2004 que les permitiría, pensaron Mauricio y Soria, ejecutar su proyecto de dominio. Aznar cumplió su promesa de no presentarse a un tercer mandato e impuso la candidatura de Mariano Rajoy. Como señalé, Mauricio y Soria daban al PP como seguro ganador. Pero el triunfo inesperado de Zapatero los dejó fuera de juego. Mauricio reconoció en público que durante sus años de diputado no mantuvo contacto con los socialistas y mucho menos con Zapatero que, por lo visto, le parecía un mequetrefe advenedizo. Lo despreció y se quedó sin alternativa aunque sea bastante dudoso que Zapatero se prestara a facilitarles las cosas: estaba de por medio Juan Fernando López Aguilar, que sería ministro de Justicia con Zapatero y que como grancanario conocía las cabras que guardaba.

Soria y Mauricio trataron de mantener el apaño haciendo encajes de bolillos, pero la derrota de Rajoy impedía que Soria aportara algo y todo se les fue al garete. Tres años después, en 2007, Mauricio se presentó a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria pero no consiguió siquiera acta de concejal.

La peripecia de estos dos personajes fue otro de tantos obstáculos para que la política grancanaria cogiera aires de coherencia. Un tema éste que habrá que desarrollar en algún momento.

35 años de Cabildo: 9 presidentes

Tras el repaso anterior, diré que entre los factores más determinantes de la política canaria figura que frente a la continuidad de los criterios insularistas de ATI-CC en el Cabildo tinerfeño, donde se fragua todo, el de Gran Canaria ha ido por otros derroteros: en los 36 años discurridos desde el Estatuto de 1982 se han alternado nada menos que nueve presidentes de diferentes fuerzas políticas. Salvo el socialista Carmelo Artiles, ninguno ha repetido dos mandatos pues, aunque salió elegido para un tercero, una moción de censura antes incluso de que comenzara a trabajar, urdida en el entorno mauriciano, cómo no, lo puso en la puerta de la calle en 1991. Fernando Jiménez (UCD), el mencionado Carmelo Artiles (PSOE); Pedro Lezcano (ICAN); José Macías (PP); María Eugenia Márquez (PP); José Manuel Soria (PP); José Miguel Pérez (PSOE), José Miguel Bravo de Laguna (PP, del que se fue por obra y gracia de Soria para acabar el mandato como líder de Unidos por Gran Canaria) y el actual, Antonio Morales (NC) forman esta lista que no alcanza siquiera los cuatro años de permanencia siempre con el condicionamiento de pactar. Una falta de continuidad que no es buena en una corporación tan presidencialista. Los continuos pactos y repartos por razones de conveniencia partidista, entre grupos poco o nada afines pero aferraditos a la poltrona, hacen que los pasos dados en el sentido que sea por una presidencia se abandona en la siguiente legislatura sin acabar de cuajar una línea política. En este orden de cosas, no estuvo tampoco acertado Antonio Morales al meterse de por medio en el conflicto interno de Podemos con su consejero Juan Manuel Brito en que se puso de parte de éste tratando de mantenerlo en el Cabildo contra la voluntad de Podemos que lo llevó en su lista.

No es raro que la no continuidad de la política de la corporación grancanaria con unas líneas claras y precisas le haya facilitado al Cabildo tinerfeño el cultivo exclusivo de las relaciones con los cinco cabildos de las islas no capitalinas. ATI-CC ha conseguido, de ese modo, que la corporación grancanaria no sea vista con buenos ojos y no son pocos los episodios en que se imponen los criterios y las conveniencias áticas por encima de las grancanarias de forma sistemática. Esto es lo que ocurre en la Federación de Cabildos, un órgano inexistente, que yo sepa, en el Estatuto de Autonomía al que el Gobierno remite asuntos para impedir que el Cabildo grancanario consiga algo. El asunto de la reforma electoral canaria es otro asunto peludo. El mecanismo de la triple paridad, adoptado en su día en apoyo de las islas no capitalinas, es lo más alejado del principio un hombre, un voto. Así, los votos electorales de cinco islas vale varias veces más que los de Gran Canaria y Tenerife, las más pobladas con diferencia. Se ha querido modificar el sistema con la oposición, cerrada, de las cinco no capitalinas que cuenta con el apoyo de las instituciones de Tenerife: aunque ésta vea perjudicada su representación, le compensa de sobra contar con los cabildos contrarios a la reforma y ponerse de nuevo por encima de Gran Canaria. No hay duda de que quienes determinan esas posiciones son los tinerfeños influyentes que ponen de manifiesto su desprecio por el voto popular. Como se comprenderá, el problema es más grave de lo que creen los dirigentes tinerfeños.

Sobre este blog

Etiquetas
stats