Según las fuentes etnohistóricas “El octavo señorío y término era Adeyahamen, que quiere decir ”debajo del agua“, porque sobre este término nacen las aguas de los ingenios de Los Sauces, que al presente se llama, hasta el término de Tagaragre; y de esta tierra era señor Bediesta (J. Abreu Galindo, 1977 268). Los especialistas en lengua amazigh dan por bueno el significado del topónimo Adeyahamen.
El nombre de su capitán, Bediesta, era el mismo que para los dominios de Tagaragre (actual Garafía). Según Ignacio Reyes García, también se puede escribir “… Bedestra, Bediista, Bidiesta, Briesta …” (2011: 117), que se puede traducir como “… estatura esbelta …” (2011: 118). Este nombre ha desaparecido y solo se ha conservado hasta nuestros días en el equipo de lucha canaria de San Andrés y Sauces. Diferente es el caso de Briesta con el que se conoce un barranco y una zona del término municipal de Garafía.
Adeyahamen, como su nombre indica, era muy rica en agua (manantiales, fuentes, goteos y rezumes) creando una riqueza que, aún hoy, sigue perviviendo. Tal es así que, cuando llegan los conquistadores castellanos a finales del siglo XV, sus dominios eran atravesados por una corriente de agua permanente: “Esta Isla de La Palma es falta de agua, porque solamente tiene tres arroyos de que hacer caudal: uno que sale de la Caldera, con el que se sirven dos ingenios de azúcar; el otro que va a la Villa de San Andrés, con que muelen otros dos ingenios de azúcar; y el tercero que viene a la ciudad de Santa Cruz y puerto principal, para servicio de los molinos y otras cosas necesarias a los vecinos…” (J. Abreu Galindo, 1977: 263).
La abundancia de este recurso natural fue, sin duda, uno de los parámetros esenciales para explicar la intensidad de poblamiento prehispánico de este cantón que, además, contaba con excelentes pastizales y una costa repleta de pescado y marisco (lapas, burgados, púrpuras, etc.). Por otro lado, los tramos medios e inferiores de los barrancos y barranqueras contaban con innumerables cavidades naturales perfectamente protegidas contra las inclemencias del tiempo, de tal forma que fueron ocupadas como lugar de habitación y, en algunos casos, para depositar los restos, tras el fallecimiento, de sus seres queridos. Los poblados más importantes los encontramos en los barrancos del Agua-Los Tilos, San Juan, Alén, etc. Desgraciadamente, la mayor parte de esos yacimientos han desaparecido o han sido profundamente alterados para crear vetas de cultivo de secano, hoy abandonadas, y convertidas en bancales, en los últimos cien años, para sembrar plataneras. En algunas cavidades, conocidas como cuevas del polvo o del gofio, se aprovechaba el relleno arqueológico, especialmente durante la época de la postguerra civil española, como abono para los cultivos. Este nombre deriva del color blanquecino del sedimento prehispánico que, en realidad, no era otra cosa que huesos humanos desintegrados y convertidos en polvo debido al transcurrir del tiempo y los procesos erosivos. Una de estas necrópolis se encontraba aguas debajo de la Cueva del Tendal, perviviendo su recuerdo en la toponimia del lugar, así como en la memoria de quienes extrajeron los restos para usarlos en los bancales que quedan al otro lado del Barranco de San Juan. Este tipo de situaciones fueron habituales en otros lugares de la Isla de La Palma.
Uno de los objetos más raros, curiosos e interesantes de la arqueología palmera son cuatro piezas de madera, popularmente conocidas como “croses” o “boomerangs” que aparecieron en sendos yacimientos funerarios de Los Guinchos (Breña Alta) y San Andrés y Sauces. Se han dado infinidad de hipótesis sobre su significado: emblemas jerárquicos, símbolos de poder, armas, instrumentos musicales de entrechoque, hoces para segar (etc) (F. J. Pais Pais, 2020: 25). La información oral nos ha permitido recopilar datos sobre la ubicación de este yacimiento. Se trataba de una cueva funeraria situada en la parte alta del acantilado, en la zona de San Andrés, que fue descubierta al sorribar las laderas de una pequeña barranquera que hoy está completamente cubierta por bancales de plataneras. La gran mayoría de los restos humanos se lanzaron directamente al mar y solo se recogieron estas piezas y algunos cráneos, hoy en paradero desconocido.
En el cantón de Adeyahamen se encuentra el yacimiento arqueológico más importante de la antigua Benahoare para el conocimiento de la forma de vida de la población aborigen, cual es la Cueva del Tendal (Margen izquierda del Barranco de San Juan. Los Galguitos). Se trata de una cavidad natural de que reúne unas magníficas condiciones de habitabilidad en cuanto a luminosidad, exposición y protección contra las inclemencias del tiempo. Estas características y la abundancia en restos benahoaritas superficiales llevaron a Ernesto Martín Rodríguez y Juan Francisco Navarro Mederos a plantear un interesante proyecto de investigación durante el cual se realizaron cinco campañas de excavación (1981, 1983, 1985, 1986 y 1987-88) que dejaron al descubierto una potente estratigrafía que supera los 7 metros de espesor en la parte izquierda de la cavidad (Área C). Los fragmentos de cerámica, entre la fase I y la IIId, nos hablan de una ocupación continuada de unos 800 años, aproximadamente. Estos trabajos y el estudio de los materiales rescatados han permitido la realización, hasta el momento, de hasta cuatro tesis doctorales sobre ecología Cultural (Ernesto Martín Rodríguez), industria lítica (Amelia del Carmen Rodríguez Rodríguez), fauna doméstica (Felipe Jorge Pais Pais) e ictiofauna (Carmen Gloria Rodríguez Santana).
La Cueva del Tendal es una gigantesca cavidad natural que tiene 57 metros de anchura y una profundidad máxima de 11 metros en ambos extremos, que se reduce a 6 metros en la parte central. Se abre a apenas 8 metros por encima del cauce actual del barranco. Se sitúa sobre la cota altitudinal de los 150 metros y en la zona de transición entre los cardonales, los bosques termófilos y la laurisilva. El yacimiento ha sido dividido en tres espacios claramente diferenciados: 1) El Área A ocupa la parte occidental y es un extenso escalón rocoso sin relleno arqueológico sobre el que se emplazaron las construcciones artificiales históricas. 2) El Área B se extiende por la zona intermedia de la cueva con una potencia estratigráfica que oscila entre los 0,70 y 1,40 metros. 3) El Área C se localiza en el extremo oriental de la cavidad. Alcanza una potencia estratigráfica que supera los 7 metros de espesor, identificándose 32 estratos naturales. Gran parte de los sedimentos han desaparecido al utilizarse como abono en los canteros de plátanos aledaños.
Las excavaciones arqueológicas en la Cueva del Tendal durante la década de los 80 del siglo XX aportaron una gran cantidad de información sobre la forma de vida de la población benahoarita. Entre los datos más interesantes se encuentran, sin duda, la constatación de que sus moradores conocieron la agricultura, a pesar de que las fuentes etnográficas señalaban lo contrario, tras el hallazgo de numerosas semillas carbonizadas de trigo, cebada, lentejas y habas. Igualmente, se comprobó la importancia de los recursos alimenticios de origen marino (pescado y marisco) a lo largo de todo el período de ocupación de la cavidad natural. Por último, hay que destacar que este yacimiento fue habitado desde el primer momento en que estas gentes arribaron a Benahoare y que, además, vinieron para quedarse puesto que trajeron todos los animales esenciales para la supervivencia de los grupos humanos (cabras, ovejas y cochinos). Entre los enigmas que aún no hemos podido resolver destaca el hecho de que la cueva fuese abandonada durante cientos de años, a lo largo de toda la fase cerámica IV, por razones desconocidas.
La zona arqueológica del Tendal está formada por un gran asentamiento benahoarita que se extiende por las laderas del Barranco de San Juan y el lomo, conocido como Cuchillete de San Juan, que lo separa del Barranco de Alén. El conjunto está formado por 27 cuevas naturales de habitación, algunas de ellas de gran interés por sus potentes estratigrafías, un poblado de cabañas en la parte superior del interfluvio, tres yacimientos funerarios y una pequeña estación de grabados rupestres geométricos situada en las laderas de La Corujera. Todos estos elementos son más que suficientes para la creación del Parque Arqueológico del Tendal que se abrió al público en 2018. Cuenta con un centro de visitantes en el que se hace un recorrido por los principales descubrimientos que se han producido durante las distintas campañas de excavación, así como una gran cantidad de piezas procedentes de hallazgos casuales en todo el municipio de San Andrés y Sauces.
El tramo medio del Barranco de San Juan, donde se sitúa la Cueva del Tendal, reúne unos condicionantes extraordinarios para crear un espacio visitable único en La Palma que sobresale por sus valores naturales (paisajísticos, geológicos, botánicos y faunísticos), formando parte del Parque Natural de Las Nieves, y patrimoniales, tanto arqueológicos (poblado de cuevas, asentamientos en cabañas, necrópolis y grabados rupestres) como etnográficos (varios hornos de tejas; cavidades reutilizadas como vivienda, goro y encerradero de ganado; fuentes; antiguos senderos; eras, etc.). En la parte media-alta de la margen izquierda del barranco, justo encima de la Cueva del Tendal, nos encontramos con varios tubos volcánicos (Cueva Honda y El Jurao) que también fueron utilizados por la población benahoarita y que podrían ser perfectamente habilitados para su visita. A ello hemos de añadir que en el Barranco de Alén se abre otra cavidad, accesible a través de un tubo volcánico que comunica este barranco y el de San Juan, conocida como Cueva de Los Milagros, que fue utilizada, hasta tiempos recientes, como suministradora de agua por los vecinos de Los Galguitos y Las Lomadas. Además, no debemos olvidar que todos estos parajes están muy bien comunicados por una tupida red de veredas y senderos, hoya abandonados y en desuso, que permiten acceder a la parte alta del Cuchillete de San Juan y bajar hasta la desembocadura del barranco y enlazar con camino real de la costa que nos puede llevar hacia Puntallana o San Andrés. Todos estos atractivos pueden convertir a la zona de El Tendal en uno de los parajes más atractivos de la Isla de La Palma.
La Cueva del Tendal no ha desvelado aún, ni muchísimos menos, todos sus secretos. Por ello, se han vuelto a reiniciar las excavaciones arqueológicas en el centro y extremo izquierdo de la cavidad. Hasta el presente, se han llevado a cabo cuatro nuevas campañas (2021, 2022, 2024 y 2025) con resultados muy prometedores y de enorme interés, que ya han comenzado a apartar nueva y valiosa información sobre la cultura benahoarita. Es importante reseñar que el equipo de investigadores está compuesto por personas que ya participaron en la primera etapa (Juan Francisco Navarro Mederos, Amelia del Carmen Rodríguez Rodríguez y Felipe Jorge Pais Pais) más la incorporación de nuevo personal científico capitaneados por Jonathan Santana y Jacob Morales. En los trabajos de campo y de laboratorio participa un enorme equipo multidisciplinar de arqueólogos/as formados en las universidades de La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, Francia, Brasil, etc. La aplicación de nuevas metodologías de excavación y obtención de datos (datación, sedimentología, palinología, etc.) revolucionarán, a buen seguro, la información que, hasta el presente, ha proporcionado este yacimiento.
Bibliografía general
-ABREU GALINDO, J.: Historia de la conquista de las siete islas de Canaria, (Santa Cruz de Tenerife), 1977.
-ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, Nuria y PAIS PAIS, Felipe Jorge: Los yacimientos funerarios benahoaritas en las antiguas demarcaciones territoriales de La Palma, Actas de las IV Jornadas Prebendado Pacheco de Investigación Histórica, (Tegueste), 2011, Págs. 17-42, ISBN 978-84-938791-0-5 (Publicación digital).
-NAVARRO, J. F.; MARTÍN, E. y RODRÍGUEZ, A.: La primera etapa del programa de excavaciones en Cuevas de San Juan y su aportación a la diacronía en la prehistoria de La Palma, Investigaciones Arqueológicas en Canarias II, (Santa Cruz de Tenerife), 1990, Págs. 187-201.
-REYES GARCÍA, Ignacio: Diccionario ínsuloamaziq, (Islas Canarias), 2011.
*Felipe Jorge Pais Pais es doctor en Arqueología