“El trabajo del tabaquero es, en cierto modo, una forma de resistencia”
Pertenece a una familia tabaquera de Santa Cruz de La Palma y asegura que el tabaco ha dejado en él “sobre todo huellas afectivas”, pero también “mi vocación de narrador”. El escritor y filólogo Anelio Rodríguez Concepción acaba de publicar una edición revisada de su libro La tradición insular del tabaco (mucho más que humo y ceniza) que incluye un capítulo dedicado a los lectores de tabaquería y sus relaciones con el espíritu liberal y progresista de La Palma entre el siglo XIX y comienzos del XX. “Los lectores tabaqueros formaban parte de un complejo proceso de concienciación contra la injusticia y la desigualdad basado en el desarrollo de la cultura escrita, entre el sueño reformista de los ilustrados, el ímpetu libertario de los románticos y el pragmatismo de las luchas obreras”, afirma en una entrevista con La Palma Ahora. Es optimista respecto al futuro de este sector en la Isla. “Si se promociona del modo adecuado, con estrategias serias, bien planificadas, aprovechando las posibilidades de las últimas tecnologías de comunicación, el negocio tabaquero puede seguir dando frutos”, sostiene.
-¿Qué aporta la nueva edición de su libro La tradición insular del tabaco (mucho más que humo y ceniza)?La tradición insular del tabaco (mucho más que humo y ceniza
-Muchas cosas. Para empezar, una revisión completa de la redacción anterior, algo inevitable quince años después de la primera publicación. Por otra parte, debo decir que, gracias al esfuerzo de los editores y los patrocinadores, esta edición cuenta con más fotos, 460 en total. En la parte central encontramos un mini-álbum de anillas, estampones, marquesinas, fajas, tapas de cajas, etc., de 290 marcas palmeras. Además, al mismo tiempo que se han ampliado algunas partes del libro (por ejemplo se aportan nuevos datos sobre la historia más reciente), se reproduce por primera vez un viejo manuscrito hallado en los archivos de La Cosmológica: Instrucción sobre el cultivo del tabaco por el Sr. Marcial Melián. También se incorpora un capitulillo dedicado a los lectores de tabaquería y sus relaciones con el espíritu liberal y progresista de La Palma entre el siglo XIX y comienzos del XX (no es casual el elevado número de asociaciones culturales decimonónicas que todavía hoy nos siguen asombrando por la modernidad de sus propuestas de cambio social). Los lectores tabaqueros formaban parte de un complejo proceso de concienciación contra la injusticia y la desigualdad basado en el desarrollo de la cultura escrita, entre el sueño reformista de los ilustrados, el ímpetu libertario de los románticos y el pragmatismo de las luchas obreras.
-Pertenece a una familia de tabaqueros. ¿Qué huellas le ha dejado el tabaco?
-Muchas, y de todo tipo. Sobre todo huellas afectivas, las que más perduran. En la fábrica de mi abuelo, situada en lo que hoy se conoce como Calle Pintor Francisco Concepción (en honor de mi tío Quico), todos formábamos parte de una gran familia. Esas huellas marcadas por el cariño han influido en mi personalidad. De eso no tengo la menor duda. Incluso me atrevería a decir que mi vocación de narrador viene de allí, de aquel ambiente en el que la laboriosidad, el humo y las palabras se unían sin prisa y sin pausa. En las tabaquerías el ritmo vital es diferente, quizá porque cuentan tanto las palabras como los silencios. Eso, quieras o no, determina desde tu infancia el modo de ver la realidad. Aprendes a observar el mundo con una mirada comprensiva, y también con un puntito de socarronería.
-¿Ser tabaquero es algo más que una profesión?
-La tradición tabaquera está llena de altibajos, ha exigido mucho sacrificio y sigue en pie contra viento y marea. Al menos en La Palma cuenta con una historia apasionante que merece atención y respeto. Los tabaqueros saben todo lo que hay detrás de su oficio, y eso les marca el carácter. Creo que se sienten orgullosos de ser lo que son. Su trabajo, en cierto modo, es como una forma de resistencia. No quieren que desaparezca aquello por lo que se ha luchado tanto durante siglos.
-¿Se imagina La Palma sin la influencia de la cultura tabaquera?
-No. Hay una extraña corriente de unión entre la idiosincrasia palmera y lo que el tabaco ha supuesto para ella. Ya en el siglo XVII el tabaco tenía su importancia en la economía insular. No debe extrañarnos que los próceres palmeros del XIX estuvieran obsesionados con la idea de asociar la producción tabaquera al crecimiento económico y social de la isla. Los emigrantes que volvían de Cuba, al igual que las revistas publicadas por ellos mismos allá y enviadas para acá puntualmente, transmitían el enorme potencial de este cultivo y esta industria. La Palma no sería La Palma sin los flujos migratorios a Cuba. Ahí aparece el tabaco como un elemento definitorio. Sin ir más lejos, recordemos que la tradición de la lectura en las tabaquerías vino de Cuba. Igual que la música. En las tabaquerías siempre ha habido grandes músicos, sobre todo grandes cantantes (de música popular o de zarzuela), aficionados pero con un nivel excepcional. Todavía se recuerda el talento de Mariano Pastor, que fue quien trajo a La Palma las canciones del Trío Matamoros, o el portento de las voces de los hermanos gemelos José y Adrián Cabrera Sanjuán, que durante mucho tiempo constituyeron la base de la peña de los enanos en la Bajada de la Virgen. Pienso también en el gran tenor Antonio Pérez Ferraz, un fuera de serie a quien tuve la fortuna de conocer (cantó de solista en varios carros lustrales), o en el barítono Tomás Cabrera Pedrianes, querido e inolvidable amigo. En general, como no podía ser de otra manera, en estos ambientes sobresalía el gusto por la música cubana. No es casual que en el grupo Los Viejos siempre haya habido tabaqueros.
-El mundo del tabaco enriqueció el léxico insular. ¿Se mantienen vivos esos vocablos?
-Por supuesto. En el libro se recoge un extenso vocabulario tabaquero, hoy vigente, que en esencia proviene de una terminología muy antigua. Pero no sólo pervive en el contexto propiamente tabaquero. Mira este caso: todavía se dice en muchos lugares de La Palma eso de “coger recortes” para hacer referencia a que es bueno asimilar algo que se te está enseñando. Pues bien, la palabra recortes, en el léxico tabaquero, significa ‘restos de tabaco, porciones sobrantes que se pueden aprovechar para nuevas labores’; y así, por asociación de ideas, el término ha salido de ese contexto preciso para enriquecer el habla cotidiana.
-¿Cómo ve el sector en la actualidad?
-Los tiempos han cambiado. Ya no se fuma tanto como antes. No hace demasiados años se aprobó una ley anti-tabaco que obviamente ha influido en la marcha del sector, y la gran crisis económica que sigue sacudiéndonos ha frenado muchas iniciativas de negocio dentro y fuera de las Islas. Aparte de todo esto, la gran plaga del moho azul, que arrasó la producción agrícola propia a partir del 66, produjo un retroceso brutal que durante décadas, de forma directa e indirecta, ha ido pasando factura. Aun así, prefiero mostrarme optimista. Como te dije antes, aún hay gente voluntariosa que se deja llevar por la fuerza de arrastre de la tradición, sobre todo en Breña Alta. De verdad confío en esa gente emprendedora. Hay agricultores que siguen cultivando, secando y curando tabaco a la vieja usanza, y hay fabricantes que mantienen a flote sus empresas, unas más grandes que otras. Tiran adelante con todo, aunque sea cuesta arriba. Si se sabe proyectar más allá del ámbito insular, si se moderniza el proceso de postproducción, si se promociona del modo adecuado, con estrategias serias, bien planificadas, aprovechando las posibilidades de las últimas tecnologías de comunicación, el negocio tabaquero puede seguir dando frutos. ¿Por qué no vamos a pensar en positivo? Hay que vender el producto como lo que es, algo valioso, el resultado de una labor artesana muy complicada y por añadidura una referencia cultural.