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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

Del hospital a la prisión por la T4

El juez Fernando Grande-Marlaska ordenó este jueves prisión incondicional para el presunto etarra Igor Portu como autor del atentado de Barajas, con lo que ingresará en un centro penitenciario cuando sea dado de alta en el hospital Donostia de San Sebastián después de recuperarse de las lesiones sufridas a raíz de su arresto.

Grande-Marlaska imputa a Portu un delito de integración en organización terrorista, otro de tenencia de armas y explosivos, y dos de asesinato por los dos jóvenes ecuatorianos que fallecieron en el atentado de la T-4 del aeropuerto de Barajas el 30 de diciembre de 2006, informaron fuentes jurídicas. También le acusa de otros dos delitos de estragos, uno por la explosión de Barajas y otro por la autocaravana que los terroristas hicieron estallar en un descampado de Castellón cuando se vieron vigilados por la Guardia Civil el pasado 26 de agosto.

El juez, que adoptó esta decisión a petición del fiscal Miguel Angel Carballo, con el que se desplazó la tarde de este jueves a San Sebastián en comisión judicial, acordó además mantenerle incomunicado por un máximo de cinco días. Esto es debido a que el magistrado aún debe tomar declaración a Martín Sarasola, el otro presunto etarra que fue detenido junto a Portu el pasado domingo y para quien el fiscal pedirá mañana su ingreso en prisión por los mismo delitos por los que será encarcelado su supuesto compañero de “comando”.

Portu se negó a contestar a las preguntas que le fueron formuladas tanto por el fiscal como por el juez, al igual que ya hizo durante la mañana cuando agentes de la Guardia Civil le tomaron declaración en la habitación que ocupa en el centro hospitalario tras haber abandonado el miércoles la UCI. Según fuentes jurídicas, durante el interrogatorio en la habitación del hospital donde está ingresado, Portu se limitó a decir a Grande-Marlaska que había sido torturado y que la Guardia Civil le había amenazado, aunque cuando se le preguntó en qué consistían esas amenazas el presunto etarra se negó a dar explicaciones.

Martín Sarasola sí que contestó al interrogatorio al que le sometió la Guardia Civil y confesó que ambos, junto a otro presunto etarra huido, Mikel San Sebastián, colocaron la furgoneta bomba que estalló el 30 de diciembre de 2006 en el aparcamiento de la T-4 del aeropuerto de Barajas causando la muerte a dos jóvenes ecuatorianos. Los dos etarras, según confirmó este jueves el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, también planeaban atentar “en las próximos semanas” en el complejo Azca, una zona comercial y de oficinas de Madrid, en las proximidades de edificios como el de El Corte Inglés y el BBVA.

Una vez que Portu y Sarasola sean interrogados por Grande-Marlaska, quien se hizo cargo de estas diligencias en sustitución de su compañero Juan del Olmo que se encuentra de permiso, ambos deberán comparecer ante el juez Santiago Pedraz, a quien correspondió en su día la investigación del atentado de Barajas. El juez Baltasar Garzón también deberá tomarles declaración al tramitar él la causa abierta a raíz de la explosión de Castellón y les interrogará además sobre su supuesta intervención en un acto del Gudari Eguna en Oiartzun (Guipúzcoa), el 23 de septiembre de 2006, en el que tres encapuchados, en plena vigencia del “alto el fuego”, leyeron un comunicado en nombre de ETA y efectuaron varios disparos al aire.

No obstante, Garzón deberá antes reabrir esta causa ya que recientemente fue archivada de forma provisional por falta de autor conocido.

Artefacto “deteriorado” y con “una pequeña carga explosiva de pólvora”

Por otro lado, el artefacto explosivo encontrado durante la tarde de este jueves en un hotel de Torrevieja fue descubierto por uno de los operarios que trabajan en las obras de reforma de este establecimiento y que “al ver su deterioro” lo cogió con sus manos ante de alertar del hallazgo a la Guardia Civil.

Según relató, al mover una plancha de madera correspondiente a un falso techo de un cuarto de baño observó “un paquete” con “dos pilas de petaca” y cables de plástico dañados. Tras cogerlo con sus manos, lo trasladó hasta el garaje del hotel, desde donde llamó a la Guardia Civil para alertar del hallazgo.

Minutos después, especialistas del Tedax, ayudados por perros adiestrados, retiraron el artefacto, que según fuentes próximas a la investigación, está “deteriorado” y contiene “una pequeña carga explosiva de pólvora”. El hallazgo se produjo a primera hora de esta tarde en el hotel Cano, ubicado en la calle Zoa de Torrevieja, a raíz de las obras de remodelación que se están llevando a cabo en este establecimiento, y que permanece cerrado al público a causa de estos trabajos.

El 24 de mayo de 1991 una llamada anónima en nombre de ETA alertó de la colocación de tres artefactos explosivos, uno en un restaurante de Santa Pola y dos en sendos hoteles de Torrevieja, uno de ellos el hotel Cano. Los dos primeros artefactos hicieron finalmente explosión sin causar daños personales, mientras que el tercero no fue localizado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a pesar de las seis horas que dedicaron a su búsqueda.

El operario autor del hallazgo relató que aquel día -24 de mayo de 1991- mostró a los agentes su disponibilidad a colaborar en la búsqueda del artefacto, ya que recientemente había participado en las labores de construcción y acondicionamiento de este hotel.

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