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Toma de tierra

Para qué sirve un drago

4 de noviembre de 2025 22:10 h

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Para nada. Un drago no sirve para nada. Ni este artículo de opinión, ni las conversaciones que tenías con tu abuelo acerca del tiempo, pero ay de ti si no vivieras alerta reivindicando la importancia de las cosas improductivas a ojos del neoliberalismo depredador que da valor a las personas y las cosas en función de cuán rentables sean. Ay de quiénes olviden que somos raíces y memoria y que tenemos una deuda con la historia de Canarias y los símbolos que nos susurran secretos nada nítidos del pasado. 

Hoy se ha talado un drago en La Laguna que se hubiera salvado si hubiera sido una vivienda vacacional. Pero le tocó ser un endemismo protegido en el Catálogo Canario de Especies Protegidas, le tocó solo ser símbolo de la isla de Tenerife, figurar en las crónicas de los normandos como árbol mágico reconocido en todo el mundo como una especie que solo sobrevive en estas islas por sus circunstancias climáticas, ambientales y geográficas únicas. Pero, siempre igual, desde los poemas de Lezcano hasta el día de hoy, los canarios no solo cogemos la maleta sino que renunciamos a la parte de autoestima que nos insta, queramos o no, a cuidar de todo aquello que nos rodea, incluso aunque no fuera único, es nuestro. 

En los vídeos que ha facilitado la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) da la impresión de que con cada rama que cortan a ese drago se le abren las venas a un pueblo que no ha llegado a tiempo en esta ocasión de cuidar la identidad, que es aquello que al mercado no le sirve para nada, pero conforma el lugar desde el que se habla y se recibe al resto del mundo. Cuando los activistas dicen que Canarias tiene un límite, lo hacen desde la convicción de que cuando uno no sabe lo que quiere para uno mismo, es más vulnerable a los abusos de los demás. 

Hubo un tiempo en que algunos obreros de la construcción en Canarias tenían la consigna por parte de los empresarios de que si veían huesos humanos, restos arqueológicos o cualquier vestigio del pasado, metieran cemento encima y no entorpecieran el ritmo de la obra. Luego vino la crisis económica y se constató que no podemos comer cemento y parecía que habíamos aprendido una lección valiosa: que sin el conocimiento del pasado el futuro no va a ninguna parte.

La desubicación política institucional isleña es peor de lo que sospechaba si se plantea no intervenir en una iniciativa privada que lleva consigo la tala de un endemismo de una envergadura del que se ha destruido hoy: un ejemplar posiblemente de cien años, con 16 metros de copa. 

En La Quinta Verde, canción que cuentan que iba escuchando Manrique en casete cuando le sorprendió la muerte en las carreteras de Lanzarote, demasiado pronto para sí mismo y para Canarias, Morera canta: “Está creciendo en mi jardín el drago que hace un mes planté, de una semilla del de Icod, me maravillo ante él”. Mientras esta tierra decide hacia a dónde va, con sus heridas y miedos, debe saber hacia dónde no: talar dragos nunca es el camino.