Carta abierta a los militantes socialistas canarios
Compañeros y compañeras socialistas canarios:
He decidido, después de una seria y profunda reflexión, de escuchar las inquietudes e ilusiones de muchos militantes socialistas pero, sobre todo, atendiendo a lo que esperan de nosotros los ciudadanos, que quieren razones para volvernos a votar o para votarnos ahora, expresarte mi disposición a ser el candidato del PSC-PSOE a la presidencia del Gobierno de Canarias.
Las elecciones primarias tienen como finalidad y justificación poner en manos de los militantes, mediante su voto libre y secreto, la selección de nuestros candidatos electorales. No es una concesión graciosa de nadie, sino una cuestión de derechos. Del derecho de los militantes a decidir. Y una garantía de acierto, ya que son los militantes los que más nítidamente pueden oír lo que los canarios esperan del Partido Socialista.
Después de muchos años de debilidad, el PSC-PSOE (que llegó a tener sólo 15 diputados, 1995) recuperó la posición de primera fuerza política de Canarias. Esto fue el fruto de diversos factores, ciertamente. Pero la complejidad no nos exime de “decir que algunas cosas son claras y no deben ser oscurecidas”.
La más importante de esas cosas es que los canarios vieron en el PSC la esperanza de cambio, porque nuestra propuesta de reformar profundamente la política canaria fue muy vigorosa y sustentada en un liderazgo creíble. El PSC-PSOE representó algo muy diferente a lo que forma el deteriorado paisaje político del Archipiélago y a sus protagonistas: ATI-Coalición Canaria y el Partido Popular. Decidieron por eso los votantes usarnos como instrumento de un cambio político que devolviera las Instituciones a la ciudadanía. No esperaban sólo un cambio de Gobierno, sino un cambio del sistema de autogobierno. Un cambio democrático.
Nuestra obligación es reforzar ese compromiso y esa esperanza, evitando que el PSC-PSOE vuelva a ser absorbido por una realidad política deteriorada profundamente y alejada de los canarios.
Los ciudadanos necesitan que lleguemos al Gobierno; pero no de cualquier forma. No como socios de segundo orden, ni como rehenes, ni como un elemento decorativo. Sino como la fuerza que marque el rumbo y las prioridades del gobierno, para cambiar la política.
Para alcanzar ese objetivo es imprescindible que el Partido Socialista incremente su apoyo social y electoral. Y para conseguirlo hay que remarcar nuestra propia personalidad, no difuminarla. Realzar lo que nos distingue de los protagonistas de un Régimen que no han dudado en frustrar una y otra vez el cambio anhelado por los canarios.
La dirigencia actual del Partido no quiere las elecciones primarias. Dicen defender el proceso, pero llenan el camino de obstáculos. No hay elecciones si no hay más de un candidato. Sólo los militantes, con su aval, pueden hacer realidad la celebración de primarias.
Ha transcurrido poco tiempo desde el Congreso de los socialistas canarios. Pero son numerosos los signos de un cambio de rumbo. A pesar de las declaraciones del Secretario general, cada vez menos frecuentes, la política la vienen marcando dirigentes muy influyentes que diferencian Coalición Canaria, a la que consideran nuestro potencial aliado, y Partido Popular: nuestro adversario irreconciliable. Dirigentes que no ocultaron su incomodidad con la estrategia que nos convirtió en el principal partido de Canarias. O que la boicotearon abiertamente. El cambio de rumbo lo resaltan todos diariamente los editoriales que patrocinaron el cambio de liderazgo en el PSC. Lo perciben nuestros adversarios, que están cada vez más envalentonados en su habitual comedia de conflicto matrimonial antes de las elecciones. La interpretan siempre que les dejamos hacerlo.
Ese cambio de rumbo inquieta y desmoraliza a muchos votantes. Y esto lo percibo con total claridad. Y estoy dispuesto a liderar electoralmente un PSC que esté a la altura de lo que los canarios esperan de nosotros. Que no es volver al tacticismo y a la resignación, sino coraje, autonomía frente a los poderes fácticos y servicio a los intereses generales.
No aspiro a ser sino el candidato de una política y de los militantes que la compartan. No tengo más credibilidad para defenderla que la que te demuestre mi trayectoria. Y sólo habrá elecciones primarias, y los militantes podrán decidir, si tú avalas mi candidatura.