La historia de los castañeros en Canarias queda recogida en un libro desarrollado por técnicos e investigadores

SANTA CRUZ DE TENERIFE, 1 (EUROPA PRESS)

El Salón Noble del Cabildo acogió ayer la presentación del libro 'Los Castañeros de Canarias. Caracterización morfológica y molecular de las variedades de Tenerife y La Palma', que recoge el trabajo realizado en Canarias desde 1999 por parte de una serie de técnicos e investigadores y donde, en una primera parte, se hace un recorrido por la situación del castaño en las islas, con un repaso de la historia de este cultivo en el archipiélago y los usos que ha tenido, y una segunda parte donde se describe la visión que de este cultivo tuvieron los numerosos viajeros que visitaron Canarias durante los siglos XVIII y XIX.

El acto de presentación corrió a cargo del vicepresidente del Cabildo y consejero insular de Economía y Competitividad, Carlos Alonso, el director del Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife, Domingo Ríos, uno de los autores del libro, Antonio Javier González del Cabildo Insular de La Palma y el prologuista, Tomás Méndez.

Los autores de este trabajo son los investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, Santiago Pereira-Lorenzo y Ana María Ramos, junto a los técnicos y Domingo Ríos del Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola del Cabildo Insular de Tenerife.

En Tenerife se recogieron muestras de trece localidades pertenecientes a términos municipales y se localizaron treinta y nueve posibles variedades que se correspondieron, tras la caracterización morfológica y molecular mediante la técnica de los microsatélites, con veintiuna variedades o clones. La variedad más común en esta isla fue Mulato, con siete árboles localizados.

De las variedades encontradas en Tenerife, sólo Redondo y Temprano coinciden con denominaciones de cultivares de la península. En Galicia se cultiva Redondo y Temprana en Andalucía y Extremadura. La altitud media de cultivo en Tenerife es de 900 metros sobre el nivel del mar, variando entre los 800 y los 1.100 metros. La orientación es predominantemente noroeste.

En La Palma se muestrearon trece localidades pertenecientes a siete términos municipales y se localizaron treinta y cuatro posibles variedades correspondientes a diecisiete variedades. La variedad más común en esta isla es Jabudo, con seis árboles localizados. De las variedades encontradas, sólo Temprano y Blanco coinciden con denominaciones de cultivares de la Península. La altitud media a la que se localizado los árboles estudiados es de 660 metros sobre el nivel del mar, variando entre los 400 y lo 1150 metros. La orientación es predominantemente Este.

USO DIFERENCIADO

El estudio revela la adecuación de cada una de las variedades de castaña encontradas en las Islas para un uso diferenciado. Así, para marrón glacé destacaron en Tenerife el cultivar Arafero y en La Palma el cultivar Chocho, Jabudo, Lisio y Macho. Para la producción de marrón al natural, en la isla de Tenerife destacaron las variedades de sala de más o menos pelado fácil, y en la Palma un cultivo de denominación desconocida.

Por otro lado, para el consumo en fresco, en Tenerife destacan las variedades Castagrande, Negro, Picudo de Tenerife, Polegre y Manso, mientras que en La Palma se encontraron las variedades Frente Larga, Pelón, Manso y Peloño. En cuanto a mermeladas, pures y harinas, en la isla de Tenerife se determinaron como adecuados para este uso las variedades Castagrande, Corujero, Culo Chico, De Pata, De Sala, Del Haya, Donosa, Matancero, Mollar, Mulato, Pico Claro, Piñero, Redondo, Siete Pernadas y Temprano. En La Palma el más adecuado sería el Chocho, Jabudo, Peloño, Peludo, Picudo de La Palma, Tablón y Temprano de La Palma.

Este trabajo ha contado con la aportación de un gran número de agricultores de Canarias, que han conservado durante siglos las variedades de castañas de Canarias. Asimismo, durante este trabajo han participado un importante número de técnicos de todas las islas y también han colaborado representantes de algunos ayuntamientos. Algunos de los agricultores a los que se le prospectó sus castañeros ya han fallecido, pero este patrimonio cultural y genético debe ser adecuadamente conservado para las generaciones futuras.

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