EL CRONISTA ACCIDENTAL
Franquis intenta animar el cotarro y le sale regular

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo ( Coalición Canaria), junto al vicepresidente regional, Manuel Domínguez (PP).

Juan Manuel Bethencourt

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“Usted ha venido a hablar sobre un asunto sobre el que yo no le he preguntado, así que no voy a entrar al trapo”. El presidente canario, Fernando Clavijo, sacó su lado hipotenso en el primer Debate de la Nacionalidad Canaria de su segundo mandato al frente del Ejecutivo. Por eso eludió entrar en el cuerpo a cuerpo sobre el escándalo de la compra de mascarillas en la pasada legislatura que afecta al PSOE, pese a la peculiar invitación que en este sentido le lanzó el portavoz socialista en la Cámara, Sebastián Franquis, formulada en tono de defensa de los cargos públicos afectados por esta ventolera. Resultó sorprendente que fuera precisamente Franquis el encargado de sacar a colación el asunto de las mascarillas, sin provocación previa de la mayoría gobernante, maniatada por el empeño de Clavijo por exhibir un perfil de corte institucional.

Eso sí, el portavoz socialista quiso demostrar que el PSOE tiene capacidad para hacer daño en su capacidad de oposición, una cuestión importante para los socialistas porque el vacío en política no existe y cualquier oportunidad es buena para marcar territorio. El empeño de Franquis salió regular por varios motivos: el más obvio, que ha pasado demasiado poco tiempo como para pasarle factura a un Gobierno que se presenta a sí mismo como nuevo. Y lo es, en efecto, pero no lo es la presencia de Coalición Canaria al frente del Ejecutivo, en la mayoría de las ocasiones con el propio PSOE como socio.

En todo caso, el diputado grancanario tiró de archivo al recordar la incoherencia entre los mensajes de Clavijo y las asignaciones presupuestarias de la Comunidad Autónoma en 2024, un mensaje de escasa cilindrada y que tiene que ver más con la gestión que con una ruptura radical de las políticas, que no se ha producido con el retorno de los nacionalistas al poder, porque lo correcto sería decir que Ángel Víctor Torres hizo muy poco para modificar el statu quo del sistema político en Canarias. Se juntaron los elementos contrarios (los incendios, la pandemia, el volcán palmero) y al hoy ministro le faltó el tiempo y quizá también las ganas para provocar un vuelco discursivo en las Islas.

El PSOE canario no pierde la oportunidad de criticar los incumplimientos fiscales del Gobierno, que son básicamente dos: la rebaja hasta la insignificancia del Impuesto sobre Sucesiones para los más acaudalados y la no rebaja del IGIC. En ambos casos, tampoco estamos ante munición de grueso calibre. Por un lado, el regalo fiscal a las herencias de los ricos beneficia al 0,3% de la población canaria, pero no está nada claro que ofenda al 99,7% restante, porque así funciona la mente humana cuando se pone a reflexionar sobre impuestos: no los subas, Gobierno (el que sea), por si en el futuro me toca beneficiarme a mí de dicha benignidad tributaria. Y la caída en la recaudación provocada por la rebaja fiscal del pacto CC-PP es irrelevante desde el punto de vista de la asignación presupuestaria, porque los ingresos de la Comunidad Autónoma en el actual escenario permiten alegrías moderadas, o sea, sí una rebaja del Impuesto sobre Sucesiones, pero no una rebaja del IGIC, la otra crítica que la oposición socialista lanza sobre el pacto. Pero este es un incumplimiento que debería complacer a la oposición, que se opuso a ella durante toda la campaña. Se supone que las malas ideas lo son antes y después de las campañas y las elecciones, cabría señalar en este caso concreto.

El portavoz de Nueva Canarias, Luis Campos, optó por interpretar la misma partitura, aunque con el añadido de un par de decibelios más. En su caso, con un especial acento en las cuestiones fiscales y presupuestarias, con las que los nacionalistas de izquierda están más familiarizados por la presencia de Román Rodríguez al frente del área de Hacienda durante el mandato del Pacto de las Flores. Pero se trató, igualmente, de un ataque de limitado alcance, que sí cobró cierto vuelo con su ofensiva contra el decreto-ley de vivienda y las algo fantasiosas presunciones del Gobierno respecto a la flexibilización en los usos del suelo como receta para combatir la dramática escasez habitacional que sufre Canarias. Clavijo, a esas alturas de la tarde, ya había dado por ganado el Debate de la Nacionalidad sin disparar un solo tiro. En 2025, cerca ya del ecuador de la legislatura, no lo debería tener tan fácil.

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